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domingo, 31 de mayo de 2015

El león y el ratón - Jean de la Fontaine

De Jean de la Fontaine

Saliendo de su agujero harto aturdido, un ratoncillo fue a caer justo en las garras del león. 

El rey de los animales, demostrando su poder, le perdonó la vida. 

Su generosidad no fue en vano, porque ¿quien hubiera creído que el león pudiera necesitar un día de la gratitud de un sencillo ratoncillo?

Sucedió que en cierta ocasión en que el león salió de su selva, cayó en unas redes, de las cuales no podía librarse con sus fuertes rugidos. 

Lo oyó el ratoncillo, y acudió al sitio. Trabajó tan bien con sus pequeños dientes, que una vez roída una malla, el león terminó de desgarrar la trama entera.

En ciertos casos pueden más la paciencia y el tiempo que la ira y la fuerza.
Y una buena acción, en algún momento tiene su recompensa.


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sábado, 30 de mayo de 2015

Un cazador y un perro (Fedro)


De Fedro

No teniendo éste nada de cobarde, se había hecho
digno de las complacencias y agasajos de su amo, por
el ardor que desplegaba en la lucha contra toda suerte
de fieras, aun las más feroces; pero aquella naturaleza
robusta y vigorosa comenzó a declinar, sin dura con el
peso de los años. Echósele a reñir en tal sazón con un
jabalí, y bien pronto hizo presa en una oreja; mas hubo
de soltarla, por tener los dientes ya cariados.
Sentido de ello el cazador, increpaba al perro; y él,
aunque viejo, respondió valientemente: «No me falta
empuje, sino fuerzas. Alabábasme en otro tiempo por
lo que valía; y ahora me desprecias, porque no soy ni
aún sombra de lo que fui.»
Bien entiendes tu, Fíleto, a donde tiran y se encaminan estas cosas que yo escribo.

El tiempo todo lo acabe y consuma



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viernes, 29 de mayo de 2015

El Camaleón que finalmente no sabía de qué color ponerse (Augusto Monterroso)



En un país muy remoto, en plena Selva, se presentó hace muchos años un tiempo malo en el que el Camaleón, a quien le había dado por la política, entró en un estado de total desconcierto, pues los otros animales, asesorados por la Zorra, se habían enterado de sus artimañas y empezaron a contrarrestarlas llevando día y noche en los bolsillos juegos de diversos vidrios de colores para combatir su ambigüedad e hipocresía, de manera que cuando él estaba morado y por cualquier circunstancia del momento necesitaba volverse, digamos, azul, sacaban rápidamente un cristal rojo a través del cual lo veían, y para ellos continuaba siendo el mismo Camaleón morado, aunque se condujera como Camaleón azul; y cuando estaba rojo y por motivaciones especiales se volvía anaranjado, usaban el cristal correspondiente y lo seguían viendo tal cual.

Esto sólo en cuanto a los colores primarios, pues el método se generalizó tanto que con el tiempo no había ya quien no llevara consigo un equipo completo de cristales para aquellos casos en que el mañoso se tornaba simplemente grisáceo, o verdiazul, o de cualquier color más o menos indefinido, para dar el cual eran necesarias tres, cuatro o cinco superposiciones de cristales.

Pero lo bueno fue que el Camaleón, considerando que todos eran de su condición, adoptó también el sistema.

Entonces era cosa de verlos a todos en las calles sacando y alternando cristales a medida que cambiaban de colores, según el clima político o las opiniones políticas prevalecientes ese día de la semana o a esa hora del día o de la noche.

Como es fácil comprender, esto se convirtió en una especie de peligrosa confusión de las lenguas; pero pronto los más listos se dieron cuenta de que aquello sería la ruina general si no se reglamentaba de alguna manera, a menos de que todos estuvieran dispuestos a ser cegados y perdidos definitivamente por los dioses, y restablecieron el orden.

Además de lo estatuido por el Reglamento que se redactó con ese fin, el derecho consuetudinario fijó por su parte reglas de refinada urbanidad, según las cuales, si alguno carecía de un vidrio de determinado color urgente para disfrazarse o para descubrir el verdadero color de alguien, podía recurrir inclusive a sus propios enemigos para que se lo prestaran, de acuerdo con su necesidad del momento, como sucedía entre las naciones más civilizadas.

Sólo el León que por entonces era el Presidente de la Selva se reía de unos y de otros, aunque a veces socarronamente jugaba también un poco a lo suyo, por divertirse.

De esa época viene el dicho de que

todo Camaleón es según el color
del cristal con que se mira.


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jueves, 28 de mayo de 2015

El oso, la mona y el cerdo (Tomás de Iriarte)


De Tomás de Iriarte

Un oso, con que la vida
ganaba un piamontés,
la no muy bien aprendida
danza ensayaba en dos pies.

Queriendo hacer de persona,
dijo a una mona: «¿Qué tal?»
Era perita la mona,
y respondióle: «Muy mal».

«Yo creo -replicó el oso-
que me haces poco favor.
Pues ¿qué?, ¿mi aire no es garboso?
¿No hago el paso con primor?»

Estaba el cerdo presente,
y dijo: «¡Bravo! ¡Bien va!
Bailarín más excelente
no se ha visto ni verá».

Echó el oso, al oír esto,
sus cuentas allá entre sí,
y con ademán modesto,
hubo de exclamar así:

«Cuando me desaprobaba
la mona, llegué a dudar;
mas ya que el cerdo me alaba,
muy mal debo de bailar».

Guarde para su regalo
esta sentencia un autor:
si el sabio no aprueba, ¡malo!
si el necio aplaude, ¡peor!


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miércoles, 27 de mayo de 2015

El búho y el palomo - Rafael Pombo


De Rafael Pombo

Érase un búho, dechado
de egoísmo el más perfecto,
de todo siempre esquivado,
cual si diera resfriado
su agrio, antipático aspecto.

"¿Por qué me aborrecerán?"
Dijo irritado y confuso
a un palomito galán.
-"Por culpa tuya", él repuso:
"Ama, oh, búho y te amarán".


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martes, 26 de mayo de 2015

La mochila - Jean de la Fontaine


De Jean de la Fontaine

Cuentan que Júpiter, antiguo dios de los romanos, convocó un día a todos los animales de la tierra.
Cuando se presentaron les preguntó, uno por uno, si creían tener algún defecto. De ser así, él prometía mejorarlos hasta dejarlos satisfechos.

-¿Qué dices tú, la mona? -preguntó.
-¿Me habla a mí? -saltó la mona-. ¿Yo, defectos? Me miré en el espejo y me vi espléndida. En cambio el oso, ¿se fijó? ¡No tiene cintura!
-Que hable el oso -pidió Júpiter.
-Aquí estoy -dijo el oso- con este cuerpo perfecto que me dio la naturaleza. ¡Suerte no ser una mole como el elefante!

-Que se presente el elefante...
-Francamente, señor -dijo aquél-, no tengo de qué quejarme, aunque no todos puedan decir lo mismo. Ahí lo tiene al avestruz, con esas orejitas ridículas...

-Que pase el avestruz.
-Por mí no se moleste -dijo el ave-. ¡Soy tan proporcionado! En cambio la jirafa, con ese cuello...

Júpiter hizo pasar a la jirafa quien, a su vez, dijo que los dioses habían sido generosos con ella.
-Gracias a mi altura veo los paisajes de la tierra y el cielo, no como la tortuga que sólo ve los cascotes.

La tortuga, por su parte, dijo tener un físico excepcional.
-Mi caparazón es un refugio ideal. Cuando pienso en la víbora, que tiene que vivir a la intemperie...

-Que pase la víbora -dijo Júpiter algo fatigado.
Llegó arrastrándose y habló con lengua viperina:
-Por suerte soy lisita, no como el sapo que está lleno de verrugas.

-¡Basta! -exclamó Júpiter-. Sólo falta que un animal ciego como el topo critique los ojos del águila.

-Precisamente -empezó el topo-, quería decir dos palabras: el águila tiene buena vista pero, ¿no es horrible su cogote pelado?

-¡Esto es el colmo! -dijo Júpiter, dando por terminada la reunión-. Todos se creen perfectos y piensan que los que deben cambiar son los otros.
Suele ocurrir.

Sólo tenemos ojos para los defectos ajenos y llevamos los propios bien ocultos, en una mochila, a la espalda.


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lunes, 25 de mayo de 2015

Una vieja a un cántaro (Fedro)


De Fedro


Yacía en tierra un cántaro vacío, y ya fuese por las heces del vino 
o ya por lo exquisito de su barro, es lo cierto que despedía suavísima fragancia.

 Violó una vieja, y después de haberle olido, dijo así: «¡Oh suave licor! 
¿En qué alabanzas no me desharé al ponderar lo que antes fuiste, mostrando
 todavía tales reliquias?»

Lo que ahora escribo (dice Fedro) declara cuál debió ser el vigor y elegancia de lo que escribí en mejores días.

De las cosas buenas, aun sus vestigios nos deleitan y cautivan.


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domingo, 24 de mayo de 2015

El burro y la flauta - Augusto Monterroso


De Augusto Monterroso

Tirada en el campo estaba desde hacía tiempo una Flauta que ya nadie tocaba, hasta que un día un Burro que paseaba por ahí resopló fuerte sobre ella haciéndola producir el sonido más dulce de su vida, es decir, de la vida del Burro y de la Flauta.

Incapaces de comprender lo que había pasado, pues la racionalidad no era su fuerte y ambos creían en la racionalidad, se separaron presurosos, avergonzados de lo mejor que el uno y el otro habían hecho durante su triste existencia.


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sábado, 23 de mayo de 2015

El alma y el niño - Rafael Pombo

De Rafael Pombo


¿Dónde está Papá Divino?
Preguntó a su niño el ama;
Te daré un dulce en la cama
Si me respondes con tino.

Y él, con sonrisa de cielo.
Repúsole : Y yo, bah ! bah !
Te daré un rizo de pelo
Si dices dónde no está.


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viernes, 22 de mayo de 2015

Dejar de ser mono - Augusto Monterroso


De Augusto Monterroso


EL espíritu de investigación no tiene límites. En los Estados Unidos y en Europa han descubierto a últimas fechas que existe una especie de monos hispanoamericanos capaces de expresarse por escrito, réplicas quizá del mono diligente que a fuerza de teclear una máquina termina por escribir de nuevo, azarosamente, los sonetos de Shakespeare. 

Tal cosa, como es natural, llena estas buenas gentes de asombro, y no falta quien traduzca nuestros libros, ni, mucho menos, ociosos que los compren, como antes compraban las cabecitas reducidas de los jíbaros. 

Hace más de cuatro siglos que fray Bartolomé de las Casas pudo convencer a los europeos de que éramos humanos y de que teníamos un alma porque nos reíamos; ahora quieren convencerse de lo mismo porque escribimos.


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jueves, 21 de mayo de 2015

Cómo acercarse a las fábulas - Augusto Monterroso


De Augusto Monterroso


Con precaución, como a cualquier cosa pequeña. Pero sin miedo. Finalmente se descubrirá que ninguna fábula es dañina, excepto cuando alcanza a verse en ella alguna enseñanza. Esto es malo.

Si no fuera malo, el mundo se regiría por las fábulas de Esopo; pero en tal caso desaparecería todo lo que hace interesante el mundo, como los ricos, los prejuicios raciales, el color de la ropa interior y la guerra; y el mundo sería entonces muy aburrido, porque no habría heridos para las sillas de ruedas, ni pobres a quienes ayudar, ni negros para trabajar en los muelles, ni gente bonita para la revista Vogue.

Así, lo mejor es acercarse a las fábulas buscando de qué reír.

-Eso es. He ahí un libro de fábulas. Corre a comprarlo. No, mejor te lo regalo: verás, yo nunca me había reído tanto.


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miércoles, 20 de mayo de 2015

La rosa y la amapola (Jose Joaquín Fernandez de Lizardi)


De Jose Joaquín Fernandez de Lizardi


Una amapola ufana
a una Rosa decía: .
-Mírame qué lozana
me ostento, prima mía;
a todos soy amable,
a todos accesible y muy tratable.
Mientras que tú, aunque bella,
arrogante y pulida,
aunque del campo estrella,
te ostentas presumida,
y esquiva, cuanto hermosa,
te resistes a todos espinosa.

Un muchacho maldito
en tal momento llega;
provoca su apetito
la Rosa, mas se pega
buen chasco, pues se espina
al cogerla, y la suelta y desatina.

Después de recobrado
de su dolor y susto,
conteInpla sosegado
todo el jardin con gusto,
se fija en la Ama pola,
y la troncha y destroza su corola.

La pobre flor se queja
en idioma de flores;
mas una y otra oreja
tapó con sus olores
la Rosa, y seria y fría
con socarrona voz así decía:

-Prima, si tú vivieras
de espinas bien cercada,
si recatada fueras,
no te vieras burlada,
ni de un pillo IDuchacho,
ni del indigno y necio populacho.

Sábete que las rosas
más bellas y fragantes,
las más lindas y hermosas
se preservan constantes
de cualquier mentecato
sólo con sus espinas y recato.

Esto parece cuento;
mas sin duda aseguro ·
que habló con gran talento
la rosa, y aún lo juro:

Oiganlo las doncellas
que tienen un lugar entre las bellas.


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martes, 19 de mayo de 2015

Caballo imaginando a Dios - Augusto Monterroso

De Augusto Monterroso 

A pesar de lo que digan, la idea de un cielo habitado por Caballos 
y presidido por un Dios con figura equina repugna al buen gusto 
y a la lógica más elemental, razonaba los otros días el caballo.

Todo el mundo sabe 
-continuaba en su razonamiento- 
que si los Caballos fuéramos capaces de imaginar a Dios
lo imaginaríamos en forma de Jinete.


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lunes, 18 de mayo de 2015

Cutufato y su gato - Rafael Pombo


De Rafael Pombo

Quiso el niño Cutufato
Divertirse con un gato;
Le ató piedras al pescuezo,
Y riéndose el impío
Desde lo alto de un cerezo
Lo echó al río.

Por la noche se acostó;
Todo el mundo se durmió,
Y entró a verlo un visitante
El espectro de un amigo,
Que le dijo: ¡Hola! al instante
¡Ven conmigo!

Perdió el habla; ni un saludo
Cutufato hacerle pudo.
Tiritando y sin resuello
Se ocultó bajo la almohada;
Mas salió, de una tirada
Del cabello

Resistido estaba el chico;
Pero el otro callandico,
Con la cola haciendo un nudo
De una pierna lo amarró,
Y, ¡qué horror! casi desnudo
Lo arrastró.

Y voló con él al río,
Con un tiempo oscuro y frío,
Y colgándolo a manera
De un ramito de cereza
Lo echó al agua horrenda y fiera
De cabeza

¡Oh! ¡qué grande se hizo el gato!
¡qué chiquito el Cutufato!
¡Y qué caro al bribonzuelo
su barbarie le costó!
Más fue un sueño, y en el suelo
Despertó


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domingo, 17 de mayo de 2015

El gusano de seda y la araña (Tomás de Iriarte)


De Tomás de Iriarte


Trabajando un gusano su capullo,
la araña, que tejía a toda prisa,
de esta suerte le habló con falsa risa,
muy propia de su orgullo:
«¿Qué dice de mi tela el señor gusano?
Esta mañana la empecé temprano,
y ya estará acabada a mediodía.
¡Mire qué sutil es, mire qué bella!...»
El gusano, con sorna, respondía:

«¡Usted tiene razón; así sale ella!»


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sábado, 16 de mayo de 2015

La zorra y la cigüeña - Jean de la Fontaine

De Jean de la Fontaine


Sintiéndose un día muy generosa, invitó doña zorra a cenar a doña cigüeña. 

La comida fue breve y sin mayores preparativos. 

La astuta raposa, por su mejor menú, tenía un caldo ralo, pues vivía pobremente, y se lo presentó a la cigüeña servido en un plato poco profundo. 

Esta no pudo probar ni un sólo sorbo, debido a su largo pico. La zorra en cambio, lo lamió todo en un instante. 

Para vengarse de esa burla, decidió la cigüeña invitar a doña zorra.

-- Encantada -- dijo --, yo no soy protocolaria con mis amistades.

Llegada la hora corrió a casa de la cigüeña, encontrando la cena servida y con un apetito del que nunca están escasas las señoras zorras. 

El olorcito de la carne, partida en finos pedazos, la entusiasmó aún más. Pero para su desdicha, la encontró servida en una copa de cuello alto y de estrecha boca, por el cual pasaba perfectamente el pico de doña cigüeña, pero el hocico de doña zorra, como era de mayor medida, no alcanzó a tocar nada, ni con la punta de la lengua. 

Así, doña zorra tuvo que marcharse en ayunas, toda avergonzada y engañada, con las orejas gachas y apretando su cola.

Para vosotros escribo, embusteros: ¡ Esperad la misma suerte !

No engañes a otros, pues bien conocen tus debilidades y te harán pagar tu daño en la forma que más te afectará.


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viernes, 15 de mayo de 2015

Las zorras, las águilas y las liebres (ESOPO)


De Esopo


Cierto día las águilas se declararon en guerra contra las liebres.

Fueron entonces éstas a pedirle ayuda a las zorras. Pero ellas les contestaron:

- Las hubiéramos ayudado si no supiéramos quienes son ustedes y si tampoco supiéramos contra quienes luchan.

Moraleja:

Antes de decidir unirte a una campaña, mide primero la capacidad de los posibles adversarios.


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