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martes, 30 de junio de 2015

El espejo que no podía dormir (Augusto Monterroso)



Había una vez un espejo de mano que cuando se quedaba solo 
y nadie se veía en él se sentía de lo peor, como que no existía, 
y quizá tenía razón; pero los otros espejos se burlaban de él, 
y cuando por las noches los guardaban en el mismo cajón 
del tocador dormían a pierna suelta satisfechos, ajenos a la 
preocupación del neurótico.


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