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lunes, 13 de julio de 2015

El laurel, El mirto y el Peral - Leonardo Da Vinci



Dos campesinos, con el hacha en la mano, se detuvieron junto al peral.
- ¡Peral - gritó el laurel -, vienen por ti!
Los campesinos, en efecto, empuñando el hacha, comenzaron
a golpear en la base del árbol, para abatirlo.
-¡Peral! - gritó entonces el mirto -, ¿adónde te vas? ¿Dónde está
la soberbia que tenias cuando tus ramas estaban cargadas de frutos?
- Ahora - añadió el laurel - no nos harás sombra con tu forraje.
El peral, herido de muerte, murmuró:
- Yo me voy con estos campesinos, que ahora me cortan para
llevarme al estudio de un gran escultor. Con su arte, me tallará
para darme la forma del Dios Júpiter y me llevarán a un templo
hecho especialmente para mí, y todos los hombres me adorarán.
Y tú laurel, y tú, mirto, estáis destinados a acabar con vuestras
ramas rotas y tronchadas, porque los hombres vendrán a coger
vuestra hojas para coronarme y para rendirme los honores que
merece un Dios.

Yerran los que basan todo su orgullo en el
oropel de los triunfos presentes, y por éstos
sacrifican la oportunidad de dedicar sus
esfuerzos a quehaceres de mayor
rango y más elevada sensibilidad.


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