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sábado, 10 de octubre de 2015

El elefante y la hormiga - Jose Joaquín Fernandez de Lizardi



Que a un proboscidio corpulento y fuerte
un león destrozase
o algún tigre feroz despedazase,
es un hecho posible, bien se ad vierte;
mas que se diera traza
de privar de la vida a tal bestiaza
una débil hormiga,
nadie lo ha de creer, aunque se diga.
El suceso parece una quimera,
pero, dicen que fue de esta manera-
según reza una historia,
aceptada por fiel y verdadera-:

Vagando un Elefante por la orilla
de una selva, pisó por accidente,
o adrede, a una Hormiguilla
que quedó lastimada gravemente.
Mientras el pobre insecto se quejaba ,
el monstruo, indiferente, continuaba
su camino, dejando
a la mísera hormiga renegando,
y queriendo, de manera sangrienta,
vengarse de la bestia corpulenta,
la que tranquilamente se reía
de cuanto el insectillo le decía.
Éste, restablecido,
llegóse a la presencia
del gigante animal, y con paciencia
esperó, entre las hierbas escondido,
hasta que al Elefante vió rendido
por un sueño profundo.
Olvidó el Proboscidio que en el mundo
nos cercan los peligros; y en su anhelo
de hallar descanso grato,
durmióse largo rato,
extendiendo la trompa por el suelo.

La Hormiga se aprovecha de tal cosa
y en la nariz del monstruo
se introduce furtiva y cautelosa.
Llega hasta la ternilla,
le aplica su ag'uijón y la acribilla.
En·su afán implacable de venganza,
blande su dardo cua l robusta lanza;
y su tenaz empeño
hace perder al Elefante el sueño.
El animal despierta, da un bramido;
por el dolor cruel enfurecido,
se revuelve; despliega
la trompa, y la refriega
en las hierbas, las rocas y los troncos.
Sus rugidos fortísimos y roncos
a todo el que los oye dan espanto;
y la Hormiga, entre tanto,
con ahinco feroz y dura saña,
con tesón y con maña,
prosiguió la ternilla taladrando
y al gigante infeliz exasparando.
A tan largo martirio no resiste:
con su trompa los árboles embiste;
se contunde, se hiere, se aniquila,
se desangra ..., vacila;
y al fin, desesperado,
a la muerte se rinde, destrozado.
Exangüe cayó al suelo;
y entonces la Hormiguilla, sin recelo,
salió de la nariz ensangrentada.
Viéndose bien vengada,
profirió estas palabras: A ninguno
debemos agraviar de modo alguno.
Con mi ejemplo a los hombres les enseño
que ningún enemigo es tan pequeño
como una hormiga coja,
para tomar venganza, si se enoja.


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