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miércoles, 21 de septiembre de 2016

El guacamayo y la marmota - Tomas Iriarte



Un pintado guacamayo
desde un mirador veía
cómo un extranjero payo,
que saboyano sería,

por dinero una alimaña
enseñaba muy feota,
dándola por cosa extraña:
es, a saber, la marmota.

Salía de su cajón
aquel ridículo bicho,
y el ave, desde el balcón,
le dijo: «¡Raro capricho,

siendo tú fea, que así
dinero por verte den,
cuando, siendo hermoso, aquí
todos de balde me ven!

Puede que seas, no obstante,
algún precioso animal,
mas yo tengo ya bastante
con saber que eres venal».

Oyendo esto un mal autor,
se fue como avergonzado.
¿Por qué? Porque un impresor
le tenía asalariado.



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