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miércoles, 20 de febrero de 2019

El taponazo



Meneaba cierto día
una botella un muchacho,
y la botella decía:
— ¡Estáte quieto, borracho,
mira que cuando me enojo
de todo soy muy capaz!
íMira que te salto un ojo
si no me dejas en paz!
Poco esta amenaza vale
a la paciente botella,
que el chico, dale que dale,
sigue jugando con ella.
—Te vas a llevar un chasco
que tu impertinencia ataje,
exclama de nuevo el frasco
bufando ya de coraje.
Y viendo que aquel atún
se burla de su despecho,
fermenta, y el corcho ¡pum!
le salta el ojo derecho.
Nadie al pacífico tiente,
que al fin estalla su enojo,
y se queda el insolente
cuando menos sin un ojo.



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