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lunes, 29 de octubre de 2018

El cinturón de oro



De California volvía un joven aventurero, y en un cinturón de cuero águila s de oro traía, y la vida en su dinero. Sobre el mar que late en calma el sol del trópico brilla, y meciéndose en la quilla, plácida adormece el alma la perezosa barquilla.

M il ensueño s de grandeza, ensueño s mil sonrosados, bellos, ardientes, dorados, en la juvenil cabeza nacían atropellados. La calma a soñar convida; mas, en zozobra el sosiego se trueca al grito de ¡fuego! y ante el riesgo de la vida, reina soberano el ego.

Brota la llama perversa amenazante y traidora, y con luz siniestra dora del mar la lámina tersa y la barquilla devora. El mozo, desesperado y partido el corazón, el pesado cinturón se ciñe, descaminado por su engaños a ambición.

Desatraca el bote en tanto porque la llama ya apura, jy se aleja!-%Oh desventura! ¡Y se aleja! —¡Oh cielo santo! ¡Y lo deja! —¡Suerte dura!... Audaz a la mar se lanza con firme resolución; pero fué su perdición el oro de su esperanza que lleva en el cinturón.

Aquel poderoso lazo, fábrica de su egoísmo, para siempre, por sí mismo, como un diabólico abrazo lo sujetó en el abismo.

¡Cuánta s veces las riquezas no trastornan las cabezas con loca fascinación! Recuerda, niño, que empiezas, el cuento del cinturón.



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