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jueves, 23 de abril de 2015

EL ÁGUILA Y EL CUERVO (FELIX MARIA SAMANIEGO)


De Félix María Samaniego


Una Águila rapante,
Con vista perspicaz, rápido vuelo,
Descendiendo veloz de junto al cielo,
Arrebató un cordero en un instante.
Quiere un Cuervo imitarla: de un carnero
En el vellón sus uñas hacen presa;
Queda enredado entre la lana espesa,
Como pájaro en liga prisionero.
Hacen de él los pastores vil juguete,
Para castigo de su intento necio.
Bien merece la burla y el desprecio
El Cuervo que a ser Águila se mete.
El viejo me ha dictado esta patraña,
y astutamente así me desengaña.
Esa facilidad, esa destreza,
Con que arrebató el Águila su pieza,
Fue la que engañó al Cuervo, pues creía
Que otro tanto a lo menos él haría.
Mas ¿qué logró? Servirme de escarmiento.
¡Ojalá que sirviese a más de ciento,
Poetas de mal gusto inficionados,
Y dijesen, cual yo, desengañados:
«El Águila eres tú, divino Iriarte;
Ya no pretendo más sino admirarte:
Sea tuyo el laurel, tuya la gloria,
Y no sea yo el cuervo de la historia!»


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