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domingo, 27 de noviembre de 2016

La zarza - Leonardo Da Vinci



La pobre zarza no podía más. Ahora que sus ramas estaban nuevamente cargadas de negras bayas, los mirlos impetuosos e impertinentes hurgaban con el pico y con las patas todas sus ramitas.
- ¡Por favor - suplicó la zarza dirigiéndose a la mirla más fastidiosa -, déjame al menos las hojas! Mis zarzamoras, lo sé, te gustan mucho, son tus frutos preferidos; pero no me prives de la sombra de las hojas, que me defienden de los rayos abrasadores del sol, y no me descorteces con tus uñas, no me despojes de

mi tierna corteza. La mirla, ofendida por estas palabras, respondió:
- ¡Calla, salvaje zarza! ¿No sabes que la naturaleza te ha hecho criar estos frutos solamente para mi alimento? ¿No ves que has nacido solamente para darme de comer?
¿No sabes, villana de las malezas, que el próximo invierno servirás sólo para alimentar el fuego? La zarza, al oír estas palabras, comenzó a llorar en silencio.
Poco tiempo después, la mirla insolente cayó en la red tendida por el hombre. Para encerrar al pájaro en una jaula, el hombre cortó muchas ramitas del seto y tocó hasta a la misma zarza dar las suyas.
- ¡Oh, mirla - dijo entonces la zarza -, yo estoy todavía aquí, y mis ramitas te quitan la libertad con la que tu me atormentabas! Yo aún no estoy consumida por el fuego, como tú me decías, y antes de que tú me veas quemada, yo te veré al fin en prisión.



viernes, 25 de noviembre de 2016

El Torrente - Leonardo Da Vinci


Un torrente, olvidando deber su agua a la lluvia y a los arroyos,
pensó hincharse para volverse grande como un río.
Comenzó entonces a lanzar sus ondas impetuosas contra la orilla,
arrancando con avidez tierra y piedras para ensanchar su lecho.

Pero cuando de pronto volvió el sol,
el pobre torrente se encontró prisionero de todas las piedras que había quitado a la orilla,
y con mucha fatiga debió hacerse un nuevo camino para descender al valle.



miércoles, 23 de noviembre de 2016

Oración del niño al acostarse - Rafael Pombo



Dame, ¡oh Dios ! tu bendición
Antes de entregarme al sueño,
Y de todos los que yo amo
Cuida tú mientras yo duermo.

Por mi madre, por mi padre,
Por mis hermanos te ruego,
Que los guardes largos años
En salud, fuerza y contento.

Dales consuelo a los tristes,
Y remedio a los enfermos,
Y pan al menesteroso,
Y al huérfano amparo y techo.

Que te bendigamos todos
Por tanto que te debemos,
Y que al dormir el sueño último
Despertemos en tu seno.



lunes, 21 de noviembre de 2016

Mirringa Mirronga - Rafael Pombo



Mirringa Mirronga, la gata candonga
va a dar un convite jugando escondite,
y quiere que todos los gatos y gatas
no almuercen ratones ni cenen con ratas.
"A ver mis anteojos, y pluma y tintero,
y vamos poniendo las cartas primero.
Que vengan las Fuñas y las Fanfarriñas,
y Ñoño y Marroño y Tompo y sus niñas.
"Ahora veamos qué tal la alacena.
Hay pollo y pescado, ¡la cosa está buena!
Y hay tortas y pollos y carnes sin grasa.
¡Qué amable señora la dueña de casa!
"Venid mis michitos Mirrín y Mirrón.
Id volando al cuarto de mamá Fogón
por ocho escudillas y cuatro bandejas
que no estén rajadas, ni rotas ni viejas.
"Venid mis michitos Mirrón y Mirrín,
traed la canasta y el dindirindín,
¡y zape, al mercado! que faltan lechugas
y nabos y coles y arroz y tortuga.
"Decid a mi amita que tengo visita,
que no venga a verme, no sea que se enferme
que mañana mismo devuelvo sus platos,
que agradezco mucho y están muy baratos.
"¡Cuidado, patitas, si el suelo me embarran
¡Que quiten el polvo, que frieguen, que barran
¡Las flores, la mesa, la sopa!... ¡Tilín!
Ya llega la gente. ¡Jesús, qué trajín!".
Llegaron en coche ya entrada la noche
señores y damas, con muchas zalemas,
en grande uniforme, de cola y de guante,
con cuellos muy tiesos y frac elegante.
Al cerrar la puerta Mirriña la tuerta
en una cabriola se mordió la cola,
mas olió el tocino y dijo "¡Miaao!
¡Este es un banquete de pipiripao!"
Con muy buenos modos sentáronse todos,
tomaron la sopa y alzaron la copa;
el pescado frito estaba exquisito
y el pavo sin hueso era un embeleso.
De todo les brinda Mirringa Mirronga:
– "¿Le sirvo pechuga?" – "Como usted disponga,
y yo a usted pescado, que está delicado".
– "Pues tanto le peta, no gaste etiqueta:
"Repita sin miedo". Y él dice: – "Concedo".
Mas ¡ay! que una espina se le atasca indina,
y Ñoña la hermosa que es habilidosa
metiéndole el fuelle le dice: "¡Resuelle!"
Mirriña a Cuca le golpeó en la nuca
y pasó al instante la espina del diantre,
sirvieron los postres y luego el café,
y empezó la danza bailando un minué.
Hubo vals, lanceros y polka y mazurca,
y Tompo que estaba con máxima turca,
enreda en las uñas el traje de Ñoña
y ambos van al suelo y ella se desmoña.
Maullaron de risa todos los danzantes
y siguió el jaleo más alegre que antes,
y gritó Mirringa: "¡Ya cerré la puerta!
¡Mientras no amanezca, ninguno deserta!"
Pero ¡qué desgracia! entró doña Engracia
y armó un gatuperio un poquito serio
dándoles chorizo de tío Pegadizo
para que hagan cenas con tortas ajenas.



sábado, 19 de noviembre de 2016

Los dos guapos - Rafael Pombo,



Juraron dos conejitos
Portarse a cual más valiente
Dando muerte al viejo lobo
Que anda asustando a la gente.

Cada conejo a su esposa
Le ofrece un traje de gala
Desde antes de irla a buscar
La rica piel le regala;

Y al gazapito querido
Y a su adorada gazapa,
La cola del lobo fiero
Que en esta ocasión no escapa.

Salieron tambor batiente
Y banderas desplegadas
Haciendo temblar el mundo
Al golpe de sus pisadas.

Llegaron, y a tan buen tiempo
Como para el huevo el pan.
Casualmente cuando entraba
En su cueva el perillán.

Alcánzanle a ver la cola,
Y heroicos como una liebre
Vuelven caras y huyen listos
Trayendo a casa. ... la fiebre.



jueves, 17 de noviembre de 2016

Las siete vidas del gato - Rafael Pombo,



Preguntó al gato Mambrú
El lebrel Perdonavidas:
— Pariente de Micifú,
¿Qué secreto tienes tú
Para vivir siete vidas?

Y Mambrú le contestó:
— Mi secreto es muy sencillo.
Pues no consiste sino
En frecuentar como yo
El aseo y el cepillo.



martes, 15 de noviembre de 2016

Las amenazas - Rafael Pombo



— A que te muerdo, ¡Chivo !
— A que te embisto, ¡Perro !
— ¡Ah! fue chanza, compadre,
Los dos no reñiremos.

Así a la gente asustan
Muchos presuntos héroes
Que resultan compadres
En parándoles seco.



domingo, 13 de noviembre de 2016

La verruga, el lobanillo y la corcova - Tomas Iriarte



Cierto poeta
que, por oficio,
era de aquellos
cuyos caprichos
antes que puedan
ponerse en limpio
ya en los teatros
son aplaudidos,
trágicos dramas,
comedias hizo,
varios sainetes
de igual estilo.
Aunque pagado
de sus escritos,
pidió, no obstante,
a un docto amigo
que le dijera
sin artificio
cuál de su aprecio
era más digno.
Él le responde:
«Yo más me inclino
a los sainetes».
«¿Por qué motivo?»
«Tenga paciencia,
voy a decirlo...
Óigame un cuento
nada prolijo:
Una verruga,
un lobanillo
y una corcova
(¡miren qué trío!)
diz que tenían
cierto litigio
sobre cuál de ellos
era más lindo.
Doña joroba,
por lo crecido,
la primacía
llevarse quiso.
Quiso, porque era
don lobanillo
proporcionado,
ser más pulido.
Mas la verruga
pidió lo mismo,
porque su gracia
funda en lo chico.
Esta contienda
oyó un perito;
diole gran risa,
y al punto dijo:
'¡Vaya, verruga,
que hablas con juicio!
Sois todos tres, a la verdad, tan buenos,
que bien puedes decir: Del mal, el menos'».



viernes, 11 de noviembre de 2016

El caracol y los galápagos - Tomas Iriarte



Aunque no es bueno el todo
si no lo son las partes,
y vale poco el cuerpo
en que cada individuo poco vale,
muchos que obras no estiman
si éstos las hacen juntos,
con respeto los miran al instante.
Un caracol terrestre,
al caer de la tarde,
salió a tomar el fresco,
y a un galápago vio que iba de viaje.
«No se apresure, hermano»,
le dijo por burlarse
del paso que llevaba,
añadiendo otras pullas bien picantes.
Diez galápagos juntos
topó más adelante,
que de un pequeño charco
pasaban a buscar otro más grande.
Y el caracol entonces
a cuadrilla tan grave
dejó libre el camino,
diciendo únicamente: «Ustedes pasen».
Al galápago solo
tuvo por despreciable,
pero a los diez unidos
tuvo como a personas de carácter.



miércoles, 9 de noviembre de 2016

El río Tajo, una fuente y un arroyo - Tomas Iriarte



«En tu presencia, venerable río
-al Tajo de este modo habló una fuente-,
de un poeta me quejo amargamente,
porque ha dicho (y no hay tal) que yo me río».
Un arroyo añadió: «Sí, padre mío;
es una furia lo que ese hombre miente.
Yo voy a mi camino, no censuro,
y con todo se empeña en que murmuro».
Dicen que el Tajo luego
así les respondió con gran sosiego:
«¿No tengo yo también oro en mi arena?
Pues ¡qué! ¿De los poetas os espantan
los falsos testimonios? No os dé pena:
¡mayores entre sí se los levantan!
Reíd y murmurad enhorabuena».



lunes, 7 de noviembre de 2016

El mono y el elefante - Tomas Iriarte



A un congreso de varios animales
con toda seriedad el mono expuso
que, a imitación del uso
establecido entre hombres racionales,
era vergüenza no tener historia
que, al referir su origen y sus hechos,
instruirles pudiese y darles gloria.
Quedando satisfechos
de la propuesta idea,
el mono se encargó de la tarea,
y el rey león, en pleno consistorio,
mandó se le asistiese puntualmente
con una asignación correspondiente,
además de los gastos de escritorio.
Pide al ganso una pluma
el nuevo autor; emprende su faena,
y desde luego en escribir se estrena
una histórica suma,
que sólo contenía los anales
suyos y de los monos compañeros;
mas, pasando después años enteros,
nada habló de los otros animales,
que esperaron en vano
volver a ver más letra de su mano.
El elefante, como sabio, un día
por tan grave omisión cargos le hacía,
y respondióle el mono: «No te espantes,
pues aun en esto a muchos hombres copio.
Obras prometo al público importantes,
y al fin no escribo más que de mí propio».



sábado, 5 de noviembre de 2016

El canario y otros animales - Tomas Iriarte



De su jaula un día
se escapó un canario
que fama tenía
por su canto vario.
«¡Con qué regocijo
me andaré viajando
y haré alarde -dijo-
de mi acento blando!»
Vuela con soltura
por bosques y prados,
y el caudal apura
de dulces trinados.
Mas ¡ay!, aunque invente
el más suave paso,
no encuentra viviente
que de él haga caso.
Una mariposa
le dice burlando:
«Yo de rosa en rosa
dando vueltas ando.
Serás ciertamente
un músico tracio;
pero busca oyente
que esté más despacio».
«Voy -dijo la hormiga-
a buscar mi grano;
mas usted prosiga,
cantor soberano».
La raposa añade:
«Celebro que el canto
a todos agrade;
pero yo entretanto
(esto es lo primero)
me voy acercando
hacia un gallinero
que me está esperando».
«Yo -dijo un palomo-
ando enamorado,
y así el vuelo tomo
hasta aquel tejado.
A mi palomita
es ya necesario
hacer mi visita;
perdone el canario».
Gorjeando estuvo
el músico grato,
mas apenas hubo
quien le oyese un rato.

¡A cuántos autores
sucede otro tanto!



jueves, 3 de noviembre de 2016

El guacamayo y el topo - Tomas Iriarte



Mirándose al soslayo
las alas y la cola un guacamayo
presumido, exclamó: «¡Por vida mía,
que aun el topo, con todo que es un ciego,
negar que soy hermoso no podría!»
Oyólo el topo y dijo: «No lo niego;
pero otros guacamayos por ventura
no te concederán esa hermosura».

El favorable juicio
se ha de esperar más bien de un hombre lego,
que de un hombre capaz, si es del oficio.



martes, 1 de noviembre de 2016

El canario y el grajo - Tomas Iriarte



Hubo un canario que, habiéndose esmerado en adelantar en su canto, logró divertir con él a varios aficionados, y empezó a tener aplauso. Un ruiseñor extranjero, generalmente acreditado, hizo particulares elogios de él, animándole con su aprobación.

Lo que el canario ganó, así con este favorable voto como con lo que procuró estudiar para hacerse digno de él, excitó la envidia de algunos pájaros. Entre éstos, había unos que también cantaban, bien o mal, y justamente por ello le perseguían. Otros nada cantaban, y por lo mismo le cobraron odio. Al fin, un grajo, que no podía lucir por sí, quiso hacerse famoso con empezar a chillar públicamente entre las aves contra el canario. No acertó a decir en qué cosa era defectuoso su canto; pero le pareció que, para desacreditarle, bastaba ridiculizarle el color de la pluma, la tierra en que había nacido, etc., acusándole sin pruebas de cosas que nada tenían que ver con lo bueno o malo de su canto. Hubo algunos pájaros de mala intención, que aprobaron y siguieron lo que dijo el grajo.

Empeñóse éste en demostrar a todos que el que habían tenido hasta entonces por un canario diestro en el canto, no era sino un borrico, y que lo que en él había pasado por verdadera música, era en la realidad un continuado rebuzno. «¡Cosa rara! -decían algunos-: el canario rebuzna; el canario es un borrico». Extendióse entre los animales la fama de tan nueva maravilla, y vinieron a ver cómo un canario se había vuelto burro.

El canario, aburrido, no quería ya cantar; hasta que el águila, reina de las aves, le mandó que cantase, para ver si, en efecto, rebuznaba o no; porque, si acaso era verdad que rebuznaba, quería excluirle del número de sus vasallos los pájaros. Abrió el pico el canario, y cantó a gusto de la mayor parte de los circunstantes. Entonces el águila, indignada de la calumnia que había levantado el grajo, suplicó a su señor, el dios Júpiter, que le castigase. Condescendió el dios, y dijo al águila que mandase cantar al grajo. Pero cuando éste quiso echar la voz, empezó por soberana permisión a rebuznar horrorosamente. Riéronse todos los animales y dijeron: «Con razón se ha vuelto asno el que quiso hacer asno al canario»