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lunes, 31 de agosto de 2015

La planta y el palo - Leonardo Da Vinci




Una planta que crecía orgullosa levantando al cielo su penacho de tiernas hojas, apenas soportaba junto a ella la presencia de un palo derecho seco y viejo.
Palo, te tengo demasiado cerca, ¿No podrías irte un poco mas allá?
El palo fingiendo no escucharla, no le respondió.
Entonces la planta se dirigió al seto de zarzas que la rodeaba.
Seto, ¿no podrías marcharte a cualquier otro sitio? Me molestas.
El seto, fingiendo no escucharla, no le respondió.
Bella planta-- le dijo entonces un lagarto, levantando la cabecita y mirándola de abajo arriba--, ¿pero no ves que el palo te hace estar derecha? ¿No recuerdas que el seto te defiende de las malas compañías?

Debemos ser prontos en demostrar nuestro
agradecimiento por la ayuda que se nos
presta, porque es flaco consuelo reconocer
los meritos y servicios cuando faltan de
nuestro lado quienes nos auxiliaron.


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domingo, 30 de agosto de 2015

La araña y el chichicuilote - Jose Joaquín Fernandez de Lizardi



En su tela pillaba -cuidadosa,
solícita y ligera-
una Araña a una mosca, y la ligaba
a fin de que no huyera;
pues siendo una comina sustanciosa,
el bicho aquel, la Araña deseaba
ofrecerlo en obsequio a una amiguita,
de la cual esperaba la visita.

Tendiendo hilo tras hilo,
a su vfctirna guarda, diligente;
mientras un Chichicuilo,
que se encontraba allí por accidente,
la mira con sorpresa,
y, fingiéndose bueno y compasivo,
así le dijo con acento altivo:
-Araña vil, insana,
monstruo de las arañas, fementida,
malévola, tirana,
¿por qué implacable privas de la vida
a esa inocente mosca? ¿en qué te daña,
para que no se libre de tu saña?

¡Ay, pobre s.nimalito!
¡Triste de ti que sufres y padeces
la muerte sin delito!
¡Oh víctima infeliz, pobre mil veces!
¡Quién gavilán o gerifalte fuera,
para librarte de esa bestia fieral

-Noble Chichicuilote
(clamó la Araña en tono malicioso),
veo que aspiras al excelso mote
de paladín de moscas, generoso;
mas si por una sola me condenas,
¿por qué tú te las tragas a docenas?

Quedóse confundido
el Chichicuilo; no responde, calla; .
se retira fruncido,
diciendo para sí: Cuando uno se haalla
manchado con acciones criminales,
no debe reprochar faltas veniales.


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sábado, 29 de agosto de 2015

El lobo y el perro flaco - Jean de la Fontaine


Habéis visto en otra fábula que por más que hizo el pececillo, lo echaron a la sartén. Dí a entender entonces que soltar lo que tenemos en la mano, con la esperanza de atrapar mejor presa, es gran imprevisión. 

El pescador tenía razón; el pececillo hacía bien: cada cual se defiende como puede. Ahora voy a robustecer lo que entonces sostuve con un nuevo ejemplo.

Cierto lobo, tan torpe como cuerdo fue aquel pescador, encontrando un perro lejos de poblado, arremetió contra él. Alegó el perro su escualidez: “Considere vuesa merced, decía, mi estado mísero; aguarde un poco para llevárseme: mi amo va a casar a su hija única, y claro es que, estando de bodas, he de engordar aunque no quiera.” Diole crédito el lobo y lo soltó.

Volvió a los pocos días para ver si su perro, estaba ya de buen año; pero el picarón se hallaba metido en casa, y a través de una verja le dijo: “Voy a salir, amigo mío: aguárdanos: ahora mismo estaremos ahí el portero y yo” El portero era un perrazo enorme, que despachaba a los lobos en un santiamén. 

El rapaz se detuvo un momento, y diciendo después “dad expresiones al portero,” echó a correr. Era ligero de piernas y también de cascos. No había aprendido aún bien su oficio de lobo.


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viernes, 28 de agosto de 2015

El asno y el perro - Félix María Samaniego



Un Perro y un Borrico caminaban,
Sirviendo a un mismo dueño;
Rendido éste del sueño,
Se tendió sobre el prado que pasaban.
El Borrico entretanto aprovechado
Descansa y pace; mas el Perro, hambriento,
«Bájate, le decía, buen jumento;
Pillaré de la alforja algún bocado.»
El Asno se le aparta como en chanza;
El Perro sigue al lado del Borrico,
Levantando las manos y el hocico,
Como perro de ciego cuando danza.
«No seas bobo, el Asno le decía;
Espera a que nuestro amo se despierte,
Y será de esta suerte
El hambre más, mejor la compañía.»
Desde el bosque entre tanto sale un lobo:
Pide el Asno favor al compañero;
En lugar de ladrar, el marrullero
Con fisga respondió: «No seas bobo;
Espera a que nuestro amo se despierte;
Que pues me aconsejaste la paciencia,
Yo la sabré tener en mi conciencia,
Al ver al lobo que te da la muerte.»

El Pollino murió, no hay que dudarlo;
Mas si resucitara
Corriendo el mundo a todos predicara:
Prestad auxilio si queréis hallarlo.


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jueves, 27 de agosto de 2015

La vieja y las dos sirvientas - Fedro


En una gran ciudad vivía una señora muy rica que tenía muy mal carácter y siempre estaba renegando.
 Vivía en una mansión llena de trastos antiguos y como ella sola no podía con todo el trabajo, contrató a dos criadas para que le ayudaran.

En cuanto amanecía, un gallo gritaba ¡Kikiriki! Y la señora tan pronto como lo oía se levantaba e iba a despertar a las dos jóvenes.

Las pobres sirvientas, agotadas, decidieron deshacerse del gallo.

Cuándo la señora se dio cuenta, se enfadó muchísimo.

Las dos muchachas, creyendo que ya podrían dormir sin sobresaltos, se encontraron con que la señora, al no tener al gallo, se se despertaba mucho antes y las hacía levantar.

Las cosas se han de conseguir a través del diálogo y no por la fuerza.


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martes, 25 de agosto de 2015

La avutarda - Tomas Iriarte



De sus hijos la torpe avutarda
el pesado volar conocía,
deseando sacar una cría
más ligera, aunque fuese bastarda.

A este fin, muchos huevos robados
de alcotán, de jilguero y paloma,
de perdiz y de tórtola toma,
y en su nido los guarda mezclados.

Largo tiempo se estuvo sobre ellos,
y aunque hueros salieron bastantes,
produjeron, por fin, los restantes
varias castas de pájaros bellos.

La avutarda mil aves convida
por lucirlo con cría tan nueva;
sus polluelos cada ave se lleva,
y hete aquí la avutarda lucida.

Los que andáis empollando obras de otros,
sacad, pues, a volar vuestra cría.
Ya dirá cada autor: «Ésta es mía»,
y veremos qué os queda a vosotros.


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lunes, 24 de agosto de 2015

El castaño y la higuera - Leonardo Da Vinci



Un viejo castaño vio un día a un hombre subido en una higuera.
El hombre atraía hacia él las ramas, arranca los frutos y uno detrás de
otro se los ponía en la boca, deshaciéndolos con sus duros dientes.
El castaño, con un largo murmullo de hojarasca, dijo:
- ¡Oh, higuera, cuánto menos debes que yo a la madre naturaleza!
¿Ves cómo me ha hecho? ¡Qué bien ha protegido y ordenado mis
dulces hijos, al vestirlos primero con una camisa sutil, sobre
la cual ha puesto una chaqueta de piel dura y forrada! Y no contenta
con haberme hecho tanto bien, ha construido para ellos una cubierta sólida y encima ha plantado muchas aguzadas espinas para defenderlos
de las manos del hombre.
Un higo, al oír esto, se echó a reír y después de haber reído mucho dijo:
- ¿Pero tú conoces al hombre? Tiene tal ingenio que de todos modos se
llevará tus frutos. Armado de pértigas, de palos, de piedras, sacudirá
tus ramas, hará caer tus frutos y cuando estén caídos los pisoteará o
los aplastará con las piedras para sacarlos de la cáscara tan erizada de
espinas, y tus hijitos saldrán de ella maltrechos, rotos y estropeados.
En cambio, yo soy tratado con delicadeza, ya que únicamente me
tocan con las manos.

Suelen obtener mejores resultados el que en
lugar de oponerse ciega y tercamente a
los embates del infortunio, cede a sus ataques
o los sortea, esperando con la mente
despierta, la mejor oportunidad de cambiar
su suerte.


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domingo, 23 de agosto de 2015

La nariz y los ojos - Rafael Pombo



Púsose la nariz mal humorada
Y dijo a los dos ojos :
«Ya me tienen ustedes jorobada
Cargando los anteojos.»

«Para mí no se han hecho. Que los sude
El que por ellos mira»;
Y diciendo y haciendo se sacude,
Y a la calle los tira.

Su dueño sigue andando, y como es miope,
Da un tropezón, y cae,
Y la nariz aplástase .... Y del tope
A los ojos sustrae.

Sirviendo a los demás frecuentemente
Se sirve uno a sí mismo;
Y siempre cuesta caro el imprudente
Selvático egoísmo.


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sábado, 22 de agosto de 2015

El viejo y las pulgas - Jose Joaquín Fernandez de Lizardi



Tan to acosaban las Pulgas,
una noche, a un pobre Viejo,
qne ni un rato le dejaban
gozar de tranquilo sueño.
Lleno de rabia, el anciano
hace alguaciles sus dedos;
los que hurgando en almohadas,
entre sábanas y cuerpo,
buscan Pulgas y Pulgones
y los juzgan como a reos
de inaudito viejicidio,
que estiman cual sacrilegio.
Tuvo el Viejo la fortuna
de atrapar, en su pescuezo,
unas Pulgas, y al instante
les dió muerte sin remedio;
y pensando que tal acto
era cosa de provecho,
acostóse, deseando,
obtener calma y sosiego.
A poco rato, una Pulga
le molesta; después vienen
con sus duros aguijones
a molestarlo otras ciento.
El, en verdad, procuraba
aplastarlas desde luego,
pero las que no morían,
no cesaban en su empeño
de.acribillar por doquiera
las carnes del pobre Viejo.
Cuando éste a matar llegaba
algún miserable, insecto,
se daba la enhorabuena
esperando dormir quieto . .
Todo en vano: pues al punto,
muchos enemigos nuevos
hacíanlo estar en vela
y en constante movimiento;
hasta que al fin, enfadado,
aburrido, sin sosiego,
en tono iracundo dijo:
¡Oh diablos de animalejos!
Es inútil que presunla
gozar de tranquilo sueño,
pues aunque mate mil Pulgas,
vienen otras mil de nuevo.
No hay más, sino conformarme
con lo que me ofrece el tiempo;
pues que las penas, al hombre
siguen cual la sombra al cuerpo.
y si la suerte nos libra
de una, diez, cuarenta o ciento,
nos quedan a retaguardia
lo menos millón y medio.

De este anciano debiera
tonlar consejo,
todo aquel que en sus cuitas
no halla consuelo.


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viernes, 21 de agosto de 2015

Nada con exceso - Jean de la Fontaine


Nadie procede con la debida moderación: en todas las cosas hay que guardar ciertamente temperamento. ¿Lo hacemos así? No: siempre pecamos por carta de más o por carta de menos.

El trigo, rico don de la rubia Ceres, si crece demasiado espeso y lozano, esquilma la tierra y no grana bien. Lo mismo pasa a los árboles. Para corregir ese defecto del trigo, permitió Dios a los carneros que cercenasen la exuberancia de las mieses pródigas. Echáronse sobre ellas, y tal destrozo hicieron, que el cielo dio licencia a los lobos para devorar algunas reses. ¿Qué hicieron los lobos? Acabar con todas ellas, y si no acabaron, esa era su intención.

Después el cielo encargó a los hombres que castigasen a aquellas bestias, y os hombres, a su vez abusaron del divino mandato. De todos los seres nadie es tan dado a abusar como la raza humana. Chicos y grandes, todos pueden ser acusados de este defecto. Nadie está exento de él. “Nada con exceso” es una máxima citada por todos y por nadie observada.


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jueves, 20 de agosto de 2015

El asno y el lobo - Félix María Samaniego




Un Burro cojo vio que le seguía
Un Lobo cazador, y no pudiendo
Huir de su enemigo, le decía:
«Amigo Lobo, yo me estoy muriendo;
Me acaban por instantes los dolores
De este maldito pie de que cojeo;
Si yo no me valiese de herradores,
No me vería así como me veo.
Y pues fallezco, sé caritativo;
Sácame con los dientes este clavo,
Muera yo sin dolor tan excesivo,
Y cómeme después de cabo a rabo.»
«¡Oh! dijo el cazador con ironía,
Contando con la presa ya en la mano,
No solamente sé la anatomía,
Sino que soy perfecto cirujano.
El caso es para mí una patarata,
La operación no más que de un momento;
Alargue bien la pata,
Y no se me acobarde, buen Jumento.»
Con su estuche molar desenvainado
El nuevo profesor llega al doliente;
Mas éste le dispara de contado
Una coz que le deja sin un diente.
Escapa el cojo, pero el triste herido
Llorando se quedó su desventura.
«¡Ay infeliz de mí! bien merecido
El pago tengo de mi gran locura.
Yo siempre me llevé el mejor bocado
En mi oficio de Lobo carnicero;
Pues si puedo vivir tan regalado,
éA qué meterme ahora a curandero?»

Hablemos en razón: no tiene juicio
Quien deja el propio por ajeno oficio.


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miércoles, 19 de agosto de 2015

La rana rota y el buey - Fedro



En un prado, cierta vez, una rana vio a un buey,
y, tocada por la envidia de tanta grandeza,
su rugosa piel infló. Entonces a sus hijos
preguntó si era más grande que el buey.
Ellos dijeron que no. De nuevo tensó su piel
con mayor esfuerzo, y de similar modo preguntó
quién era mayor. Ellos dijeron: "el buey".
Nuevamente indignada, mientras quiere más fuertemente
inflarse, con su cuerpo roto yació.

El pobre, mientras quiere imitar al poderoso, perece.


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lunes, 17 de agosto de 2015

El perro que deseaba ser un ser humano - Augusto Monterroso




En la casa de un rico mercader de la Ciudad de México, rodeado de comodidades y de toda clase de máquinas, vivía no hace mucho tiempo un Perro al que se le había metido en la cabeza convertirse en un ser humano, y trabajaba con ahínco en esto.

Al cabo de varios años, y después de persistentes esfuerzos sobre sí mismo, caminaba con facilidad en dos patas y a veces sentía que estaba ya a punto de ser un hombre, excepto por el hecho de que no mordía, movía la cola cuando encontraba a algún conocido, daba tres vueltas antes de acostarse, salivaba cuando oía las campanas de la iglesia, y por las noches se subía a una barda a gemir viendo largamente a la luna.


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domingo, 16 de agosto de 2015

La rana y el renacuajo - Tomas Iriarte



En la orilla del Tajo
hablaba con la rana el renacuajo,
alabando las hojas, la espesura
de un gran cañaveral y su verdura.
Mas luego que del viento
el ímpetu violento
una caña abatió, que cayó al río,
en tono de lección dijo la rana:
«Ven a verla, hijo mío;
por de fuera muy tersa, muy lozana;
por dentro toda fofa, toda vana».

Si la rana entendiera poesía,
también de muchos versos lo diría.


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sábado, 15 de agosto de 2015

La marrana peripuesta - Rafael Pombo



Viénele a un mono la chusca idea
De ornar con flores a una marrana,
Y ella al mirarse ya tan galana,
Envanecida se contonea.

Y a cuantos mira grúñeles: ¡ea!
¡paso a la venus! ¡todos atrás!
¡ah! dijo el zorro: siempre eres fea;
pero adornada: ¡mil veces más!



Historias y leyendas

Poemas Universales

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viernes, 14 de agosto de 2015

La ostra y el ratón - Leonardo Da Vinci



Una ostra se encontró, junto a otros peces, en la casa de un pescador,
poco distante del mar.
"Aquí moriremos todos", pensó la ostra mirando
a sus compañeros, que jadeaban esparcidos por el suelo.
Pasó un ratón.
- Ratón, ¡escucha! - dijo la ostra -; ¿me llevarías, por favor, hasta el mar?
El ratón la miró: era una ostra hermosa y grande, y debía tener una rica
y sustanciosa pulpa.
- Claro que sí - contestó el ratón, que había ya decidido comérsela -,
pero tienes que abrirte un poco, porque no puedo llevarte cerrada.
La ostra se entreabrió con cautela, y el ratón, rápido, metió el hocico
para morderla. Pero, con la prisa, el ratón la movió demasiado, y la ostra
se cerró de improviso, aprisionando la cabeza del roedor. El ratón chilló.
La gata lo oyó. Llegó de un salto y se lo comió.

La seguridad en uno mismo y en nuestros
actos es premisa irremplazable para
emprender acciones peligrosas para la
propia integridad. En su defecto, el
fracaso es poco menos que seguir.


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