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miércoles, 28 de diciembre de 2016

El lirón tacaño



Había una vez una familia topo que vivía muy próximo a la guarida de un lirón. Un día el menor de los topos se acercó a la puerta del lirón y le dijo:

– Muy buenos días tenga usted Don lirón, mi mamá me ha mandado porque quiere que usted le preste medio kilo de harina para hacer una pastel. A pesar de que don lirón era muy tacaño le dio de muy mala gana la harina porque la señora topo en varias ocasiones lo había ayudado.

Unos minutos más tarde volvió el pequeño topo a la puerta de don lirón para pedirle medio kilo de azúcar. Esta vez don lirón no quiso acceder pero para no negarse en vez de darle azúcar le dio sal.

Al llegar la noche don lirón volvió a sentir unos toques a la puerta, y cuando abrió vio a la familia de topos completa y traían una torta y todos juntos dijeron

– ¡Muchas felicidades! Aquí le traemos este pastel que hemos preparado con mucho amor para usted por su cumpleaños.

Don lirón se quedo muy asombrado al ver tal gesto y para demostrar su agradecimiento accedió a comérsela después sin decir que la torta en vez de azúcar tenía sal.

Si eres de esos que les gusta engañar a los demás, en algún momento tu vas hacer engañado.




viernes, 23 de diciembre de 2016

El fracaso de los tres bueyes



Érase una vez tres bueyes que pastaban juntos y que siempre permanecían muy juntos. Durante varios días un león se mantuvo observándolos con el propósito de devorarlo pero siempre sentía un poco de miedo porque al nunca separarse los tres bueyes, lo ponía en desventaja si llegaba a luchar en contra de los tres.

Muy inteligente el león creo una estrategia basada en mentiras y patrañas con el objetivo de lograr destruir esa unión entre los tres bueyes. Una vez que logró su objetivo pudo separarlos y así comerse a cada uno de forma independiente.

Nunca permitas que nadie destruya la unidad que tengas con tus amigos y familia porque solo de ese modo serás más fácil de hacer daño.



miércoles, 21 de diciembre de 2016

El deseo del pastor



Érase una vez un pastor que se encargaba de cuidar una manada de bueyes. Un día se extravió un ternero y él desesperado salió en su búsqueda recorriendo los alrededores, pero nada, no pudo hallarlo. Tanta era la angustia por la pérdida de este ternerito que le prometió a Zeus que si le decía quién era el responsable sacrificaría un cabrito en su nombre.

El pastor continuó buscando y encontró a un león comiéndose a su ternerito. Cuando vio quien era el responsable de esto se asustó muchísimo y levantó las manos exclamando:

– ¡Gran Zeus, sé que antes te he pedido que me muestres al ladrón a cambio de un ternerito; pero ahora te pido que me ayudes a escapar de este león y te prometo sacrificar un toro!

Los problemas tienen soluciones pero siempre ten presente que al encontrarle, puedes estar encontrando el siguiente problema.



lunes, 19 de diciembre de 2016

La avaricia del hombre



Esta es la historia de un hombre que era tan avaricioso cuyo mayor deseo y aspiración en el mundo era poseer abundantes riquezas que le permitieran sentirse una persona de gran importancia y cuyo nombre fuese trascendental.

Hubo un día en el que se levantó con ganas de vender todo lo que poseía; así que tomó todas sus pertenecías y partió rumbo a la ciudad encima de su adorado burrito. Una vez que llego a la ciudad, cambio todo lo que traía, incluso hasta el pobre burrito, por un lingote de oro muy brillante. No pensó, ni se apiadó ni del pobre burro que él tanto quería porque para él lo único importante era poseer riquezas.

Mientras regresaba a su casa no hacía nada más que pensar en donde podría esconder ese lingote tan valioso. Buscaba un lugar seguro, donde ningún ladrón pudiese encontrar. Su casa no podía ser porque como ya no tenía ningún mueble, ni nada ya que todo lo había vendido, aunque no se arrepentía pues solo ver el brillo de su lingote merecía la pena. El hombre buscaba y buscaba por todos lados hasta que encontró en el jardín que rodeaba su casa el sitio ideal; un hueco que no estaba visible y que se encontraba tras una piedra.

Muy entusiasmado exclamaba mientras cubría el preciado lingote con un paño de algodón para después meterlo en el hueco:

– ¡Al fin he encontrado el sitio perfecto para ocultar mi tesoro!

A pesar de que siempre pensó que su secreto estaría a salvo siempre tenía miedo de que alguien se llevara su tesoro. En las noches apenas descansaba y cuando solo habían salido los primeros rayos de sol, salía corriendo a verificar que su tesoro seguía en el mismo lugar. Muy contento porque todo marchaba con normalidad, aquel avaricioso hombre continuaba con las tareas diarias. Pasaron los días, las semanas y los meses y él seguía con la misma rutina cada mañana.

Un día un vecino de la región, que llevaba tiempo observando aquella situación, sintió curiosidad por ver que era lo que cada mañana aquel hombre revisaba con tanto esmero y dedicación. Se acercó muy lenta y cuidadosamente al lugar donde estaba la roca y al observar detenidamente pudo ver que había un lingote de oro del tamaño de una pastilla de jabón. Sorprendido ante tal situación metió la mano y lo sacó muy rápido, y mientras caminaba para que nadie lo viese lo guardo en su bolsillo.

Al llegar a la mañana siguiente, cuando el avaro despertó y fue a revisar vio que no había nada y desesperadamente comenzó a gritar:

– ¡Me han robado, que alguien me ayude, me han robado! ¡Oh, Dios mío, que va hacer de mí! ¡Ya no tengo riquezas!

Un campesino que sintió los lamentos desesperados de aquel hombre fue a ver qué era lo que sucedía y al escuchar aquella situación no pudo resistirse y le dio su criterio.

– Creíste que tener un lingote te volvería invencible, y te deshiciste de todas aquellas cosas que eran útiles para ti. Ese lingote no te ofrecía nada, solo el gusto de poder apreciarlo y sentiste rico y poderoso. Ahora si quiere toma una de esas piedras, la que más desees, colócala en el hueco, que va a servir para lo mismo, ¡para nada!

El hombre se dio cuenta de su error, y aunque ahora era más pobre que antes entendió que las cosas había que valorarlas. Guardar riquezas no sirve de nada, las cosa se deben valorar por su papel en la vida y porque nos la hacen más placentera y agradable.



sábado, 17 de diciembre de 2016

Zeus y la mona madre



El gran Zeus proclamó al reino animal que daría un gran premio a la madre cuyo hijo fuese valorado como el más bello.

Ante tal hecho, acudieron al Olimpo todas las madres de las especies existentes con sus hijos en brazos. Muchos animales desfilaron, unos más bellos que otros, hasta que llegó el turno de la mona.

Esta presentó con gran ternura a su hijo, un monito lampiño, con nariz aplastada y apariencia enfermiza. El solo hecho de que la mona hubiese ido con tal hijo hizo reír al resto de los animales. Pero esta, sin dejarse amilanar, dijo:

-Desconozco si mi hijo obtendrá el premio ante el juicio divino, pero para mí y mis ojos, así como para mi amor de madre, es el más bello y querido de todos los pequeños del mundo.

Y así Zeus decidió premiarla, pues comprendió que no hay nada como el amor de madre, más si va acompañado del orgullo a pesar de cualquier limitación, deficiencia o adversidad.



jueves, 15 de diciembre de 2016

Una fábula de amor



Dios estaba inmerso en una gran faena en su taller y un grupo de ángeles, curiosos por lo que estaría haciendo el Señor, se acercó a él a interrogarle al respecto.
– ¿Qué estás haciendo padre?
-Mi mayor creación –respondió Dios.
-Sí. ¿Qué es exactamente? –preguntaron a coro los ángeles.
-Bueno –dijo Dios-, es un ser que dispondrá de cuatro pares de ojos y seis brazos.
Los ángeles no dieron crédito a esto y con extrema sorpresa preguntaron:
-¿Pero para que querrá ese ser ocho ojos? ¿Acaso no son muchos?
Con su paciencia característica, sin molestarse por tantas preguntas, el Señor explicó:
-Con un par de ojos será más capaz que cualquier otro ser de apreciar lo bello del mundo que le rodea. Otro le permitirá entender todo lo que suceda a su alrededor, es decir, las acciones de todo lo creado por mí. Mediante el tercero será capaz de leer los pensamientos, eso que no se dice con palabras y sale de lo hondo del corazón, y con el cuarto par podrá descubrir mi presencia en los grandes detalles de la vida, como la paz que desbordan los niños mientras duermen.
-Está bien, suena maravilloso –dijeron los ángeles. Pero con su curiosidad aún en alza volvieron a preguntar: -¿Y los seis brazos para qué?
Imperturbable igualmente, Dios volvió a explicar:
-Dos brazos serán para servir en todas las tareas hermosas de la vida, las simples y las complejas. Otro par le permitirá acunar a todos mis hijos, acariciarlos en todo momento que estos lo requieran y dar amor, cariño y ternura. Los restantes dos son los que le servirán para levantar a los hijos cada vez que caigan, así como para combatir frente a lo injusto.
Cada vez que Dios explicaba los ángeles se mostraban más asombrados. Ciertamente, parecía que esta sería la mejor obra del creador supremo.
-¿Será inteligente este ser padre? –preguntaron de conjunto.
-Sí –respondió Dios. Será capaz de entender todos los temas complicados y apreciar la belleza de la poesía, así como de hallar siempre la luz aunque parezca que la oscuridad reinará irremediablemente.
-¿Pero para qué en específico lo concibes? ¿Qué funciones le darás? –volvieron a la carga los ángeles y una vez más fueron respondidos.
-Esta creación estará bendecida por mí para calmar el llanto de los niños, alentar a los emprendedores, perdonar a los que se equivocan, y acompañar en todo momento incluso cuando no esté ya físicamente o en vida.
Los ángeles no comprendieron lo que quería decir con exactitud el Señor en todas las descripciones que había hecho. Su obra se veía magnífica, pero parecía muy débil y poco contundente para todos los atributos y funciones mencionados.
En tal sentido manifestaron sus inquitudes a Dios, quien les dijo:
-Mi creación luce frágil, pero tiene una fortaleza envidiable para cualquier otra de las que he hecho antes. Puede aguantar la mayor parte de las calamidades de la vida y nunca permitirá que sus hijos y seres queridos que le rodeen se vean envueltos en abrumadoras vicisitudes.
Aún intrigados, y seguros de que aquello que presenciaban era la mayor obra de su padre, los ángeles finalmente preguntaron:
-Padre, ¿qué es exactamente? ¿Cómo la llamarás?
A lo que Dios rápidamente y henchido de orgullo por su creción respondió:
-Su nombre prevalecerá por siempre en la historia de los hombre. Por ello tendrá el mejor nombre posible. Se llamará Madre y será lo más grande en la humanidad.



martes, 13 de diciembre de 2016

La flor mas bonita



Se cuenta que allá para el año 250 A.C., en la China antigua, un príncipe de la región norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, él debía casarse. Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.

Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe. Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración. Sin poder creerlo le preguntó:

"¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura" Y la hija respondió:

"No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz" Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones.

Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío: "Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa y futura emperatriz de China" La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, sean: costumbres, amistades, relaciones, etc. El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado.

Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo. Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado. Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas sólo para estar cerca del príncipe por unos momentos.

En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella. Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado: Aquella bella joven con su vaso vacío sería su futura esposa. Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada. Entonces, con calma el príncipe explicó:

"Ella fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles.”




domingo, 11 de diciembre de 2016

El lobo, la niñera y el niño




Había un lobo con mucha hambre, que andaba y desandaba por el bosque en busca de algún alimento.
De repente vislumbró una choza y se acercó a ver qué se le pegaba para su apetito, cuando escuchó que en el interior un niño lloraba mucho y se niñera intentaba calmarlo.
-No llores más mi pequeño, o de lo contrario te llevo con el lobo –decía la niñera.
Al lobo esto le pareció muy bien para su hambre, de modo que permaneció en las afueras de la choza a ver si el niño seguía llorando y lo llevaban donde él.
Tras mucho tiempo de espera, ya en la noche, el devorador hambriento escuchó como la niñera cantaba al niño, para dormirlo.
En el cántico, esta decía:
-Duerme tranquilo que el lobo no vendrá, y si viene lo mataremos.
Al oír esto el lobo se arrepintió de haber desperdiciado tanto tiempo y decidió ir a buscar alimento a otro sitio, no sin antes darse cuenta que había sido indirectamente engañado.
-Los humanos dicen una cosa y luego hacen otra totalmente diferente- pensó, sin comprender que había malinterpretado habituales gestos de amor.



viernes, 9 de diciembre de 2016

El amor y la mula



Había una vez una mula muy orgullosa de su anatomía, que se repetía a sí misma y siempre alardeaba:
-Soy hija de un gran caballo que es muy veloz en las carreras. Me parezco a él y con seguridad heredé todos sus atributos.
Algunos animales creían esto a la mula, por lo que llegado el momento de una gran carrera la animaron a que se presentase. Esta lo hizo y al final quedó muy lejos de las primeras posiciones, por lo que no tuvo más remedio que aceptar que su padre era un asno.

Comprendió que lo mejor es siempre reconocer y estar orgulloso de la familia real de uno, con independencia de sus características y atributos. En definitiva, todos tenemos encantos y limitaciones.



miércoles, 7 de diciembre de 2016

El amor y el tiempo



Cuentan que había una vez una isla de belleza inusitada en la que habitaban todos los sentimientos buenos de los humanos, así como sus valores.

Algunos de ellos eran el buen humor, la sabiduría, la templanza, la tristeza, la alegría, en fin, todos, incluido el amor. Vivían en armonía, compensándose los unos a los otros.

Resulta que un día se cernía sobre la isla la más terrible tormenta de todas. Los sentimientos y valores fueron informados de que la isla sucumbiría y quedaría atrapada bajo las aguas, por lo que todos se alistaron para huir en desbandada.

La huida por ponerse a salvo fue muy rápida, mas en la isla quedó un habitante, que prefirió no abandonar nunca su hogar. Se trataba del amor, que con su actitud demostró que es él el sentimiento que siempre acompañará a hombres y mujeres durante toda la vida, sin importar las calamidades ni los tiempos que se avecinen.



lunes, 5 de diciembre de 2016

La Mariposa y la luz - Leonardo Da Vinci



Una gran mariposa multicolor y vagabunda volaba una noche en la oscuridad cuando vio a lo lejos una lucecita. inmediatamente torció en aquella dirección y, cuando estaba cerca de la llama, se puso a girar ágilmente en torno de ella, mirándola maravillada !Qué hermosa era¡

No contenta can admirarla, la mariposa comenzó a pensar que con ella podía hacer lo mismo que con las flores olorosas. Se alejo, paso la vuelta y, dirigiendo valerosamente su vuelo hacia la llama, paso volando por encima de ella.

Se encontró aturdida al pie de la luz, y se dio cuenta asombrada, de que le faltaba una pata y las puntas de las alas se le habían chamuscado.

-¿Que ha sucedido?-se pregunto, sin encontrar explicación. De ningún modo podía admitir que de una casa tan bella como una llama pudiese venir ningún daño; así que, después de haber recuperado algo las fuerzas, de un aletazo emprendió el vuelo.

Revoloteó unos instantes y de nuevo se dirigió hacia la llama para posársele encima. Pero enseguida cayó, abrasada, en el aceite que alimentaba la vida de la llama.
- Maldita luz - murmuró al borde de la muerte -.

Creí encontrar en ti mi felicidad, y en lugar de ella he hallado la muerte. Lloro por mi loco deseo, porque he conocido demasiado tarde, y para daño mío, tu naturaleza peligrosa.

- ¡Pobre mariposa! - respondió la luz -. Yo no soy el sol, como ingenua creíste. Yo sólo soy una llama; y el que no sabe usarme con prudencia se quema.



sábado, 3 de diciembre de 2016

La clemátide - Leonardo Da Vinci



A la sombra del seto, la clemátide retorcía sus verdes brazos alrededor de los troncos y las ramas del espino.
Al llegar a lo alto miró a su alrededor y vio otro seto que flanqueaba otra parte del camino.
Cuánto me gustaría llegar hasta allá - dijo- la clemátide -. Aquel seto es más bello y más grande que este.
Y poco a poco, extendiendo los brazos, se fue, día tras día, acercando cada vez más al seto de enfrente. Concluyó por alcanzarlo, se enlazo a una rama y comenzó feliz a crecer rodeándolo.
Pero poco a poco, por aquel camino comenzaron a pasar los caminantes, quienes se encontraron de pronto frente a aquellas ramas de clemátide que les cerraban el camino. Entonces la despedazaron, la arrancaron del cercado y la tiraron al foso.



jueves, 1 de diciembre de 2016

La red - Leonardo Da Vinci


También aquel día la red salió llena de peces. Carpas, barbos, lampreas, tencas, albures, anguilas y tantos otros terminaron en el cesto del pescador.
Debajo, dentro del agua del río, los supervivientes, asombrados y aterrados, no se atrevían a moverse. Familias enteras ya estaban depositadas en el mercado, bancos enteros habían caído en las redes y terminado en la sartén. ¿Qué harían?
Algunas jóvenes brecas de río se reunieron detrás de unas piedras y decidieron rebelarse.
- Es cuestión de vida o muerte - dijeron -. Esta red que cada día desciende al agua y siempre en lugar distinto, para aprisionarnos y arrancarnos de nuestro elemento, despoblará el río exterminándonos a todos. Y nuestros hijos tiene derecho a vivir y nosotros debemos hacer lo que sea para salvarlos de esta tragedia.
-¿Y qué cosa se puede hacer? - pregunto una tenca que había seguido a los conjurados.
-Destruir la red - contestaron juntas las jóvenes brecas.
La valiente decisión, confiada a las inquietas anguilas, corrió rápidamente a lo largo del río, invitando a todos los peces a reunirse la mañana siguiente en un remanso protegido por grandes sauces.
Al día siguiente, millares de peces, de todos los tamaños y todas las edades, se dieron cita para declarar la guerra a la red. La dirección de la operación fue confiada a una vieja y astuta carpa, que ya había conseguido librarse dos veces de la prisión despedazando con los dientes las mallas de la red.
-Estad bien atentos- dijo la carpa -, la red es tan larga como el ancho del río y cada malla, en el lado de abajo, tiene un plomo que la retiene en el fondo. Divididos en dos grupos: un grupo levantará los plomos, trayéndolos a la superficie; el otro grupo sujetará firmemente la red por la parte superior. Las lampreas cortarán con los dientes las cuerdas que mantienen tensa la red entre las orillas. Que las anguilas vayan inmediatamente de reconocimiento para indagar el sitio donde han lanzado la red.
Partieron las anguilas. Los peces, reunidos en grupos, se colocaron se colocaron a lo largo de la orilla. Las brecas empujaban a los más tímidos, recordándoles el triste fin de muchos compañeros, y les exhortaban a no tener miedo si quedaban prendidos en la red porque ningún hombre podría ya sacarla de la orilla.
Las anguilas exploradoras volvieron. La red estaba hundida y se encontraba a una milla de distancia.
Entonces, todos los peces, como una inmensa flota, se pusieron a navegar detrás de la vieja carpa.
-Atención- dijo la carpa-, la corriente podría arrastrarnos a la red: aguantad, maniobrando bien.
Y la red, gris, siniestra, apareció...
Los peces, presos de imprevisto furor, comenzaron el ataque.
La red fue alzada del fondo, las cuerdas que la sujetaban fueron rotas, las mallas destrozadas; pero los peces, furiosos, no soltaron la presa. Cada uno con su pedazo de red en la boca, agitando las aletas y la cola, tiraron en todos los sentidos, para destrozar y romper la red, encontrando así, en el agua que parecía hervir, la libertad perdida.