Cuentan que había una vez una isla de belleza inusitada en la que habitaban todos los sentimientos buenos de los humanos, así como sus valores.
Algunos de ellos eran el buen humor, la sabiduría, la templanza, la tristeza, la alegría, en fin, todos, incluido el amor. Vivían en armonía, compensándose los unos a los otros.
Resulta que un día se cernía sobre la isla la más terrible tormenta de todas. Los sentimientos y valores fueron informados de que la isla sucumbiría y quedaría atrapada bajo las aguas, por lo que todos se alistaron para huir en desbandada.
La huida por ponerse a salvo fue muy rápida, mas en la isla quedó un habitante, que prefirió no abandonar nunca su hogar. Se trataba del amor, que con su actitud demostró que es él el sentimiento que siempre acompañará a hombres y mujeres durante toda la vida, sin importar las calamidades ni los tiempos que se avecinen.
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