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sábado, 8 de agosto de 2015

La lengua mordida por los dientes - Leonardo Da Vinci



Érase una vez un muchacho que tenia el vicio de hablar más de la cuenta.
- ¡Qué lengua! - suspiraron un día los dientes -. ¡Nunca se está
quieta, jamás está callada!
- ¿Qué estáis ahí murmurando? - replicó la lengua con arrogancia -.
Vosotros, los dientes, no sois más que los siervos encargados
únicamente de masticar lo que yo elijo. Entre nosotros no hay
nada en común y no os permito meteros en mis asuntos.
Así el muchacho continuaba parloteando cosas que no venían
a cuento, mientras la lengua, feliz, conocía diariamente palabras nuevas.
Pero un día el muchacho, después de haber hecho una necedad,
permitió a la lengua decir una gran mentira. Y los dientes, obedeciendo
al corazón, se dispararon todos a la vez, mordiéndosela.
Y la lengua enrojeció de sangre, y el muchacho, arrepentido,
enrojeció de vergüenza.
Desde aquel día la lengua se volvió temerosa y prudente,
y antes de hablar lo pensaba dos veces.

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