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lunes, 2 de enero de 2017

El lobo hambriento



Esta historia ocurrió una mañana cuando el labrador había terminado de trabajar en sus campos y llevo a los bueyes a que se refrescaran en el estanque. Después de beber agua se dispusieron a descansar un poco pues estaban muy agotados por el peso de los arados cuando de repente apareció un hambriento lobo en busca de alimento.

Este se fue acercando poco a poco al arado, y una vez allí empezó a saborear los bordes del yugo para sentir al menos el gusto del sudor de los bueyes y así engañar a su estómago. Comenzó suavemente pero era tanta el hambre que tenía que no se percató que su iba metiendo su cabeza dentro del yugo. El hambriento lobo al percatarse de que había quedado atrapado por el yugo comenzó a desesperarse porque no podía salir así que empezó a correr en todas las direcciones. Mientras corría arrastraba el arado por todo el surco que habían hecho los bueyes.

Un rato más tarde llego el labrador acompañado de sus bueyes y al ver lo que estaba ocurriendo le gritó al lobo:

– ¡Maldito lobo! Que distinto sería todo si no tuvieses esas malas ideas de acosar a los animales que nos ayudan en el campo a trabajar. Yo sería un hombre muy dichoso si araras mis campos con la misma fuerza y rapidez con la que corres ahora desesperado para liberarte de ese yugo tan pesado.

Cuando eres malo y tus intenciones no son buenas, aunque parezca que actúas bien al final tu naturaleza te pone al descubierto.

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