Érase una vez dos viajeros muy diferentes, pues uno nunca mentía y el otro lo hacía siempre, que viajaban juntos por un mismo camino. Cuando llevaban un rato caminado vieron a dos monos muy graciosos que se encontraban al final del camino.
Uno de los monos, que se había convertido en el rey de los monos, les exigió a los hombres que se acercaran a verlo para que le contaran lo que ellos pensaban de él. Después de llevar un rato de preparaciones, el monarca de los monos les saludó con la siguiente expresión:
– ¿Qué impresión les causo yo como rey? El primero en responder fue el viajero mentiroso y le dijo:
– Por lo que he visto estoy seguro de que eres el mejor de los monarcas con los que he tratado.
El mono nuevamente preguntó – ¿qué es lo que piensan de mis súbditos?
– Los monos que te rodean son los más sacrificados que he podido ver – dijo el viajero mentiroso.
El rey mono se sintió muy satisfecho ante tal respuesta y les ordenó a los otros monos que le llevaran un obsequio como recompensa a sus palabras.
El otro viajero como vio que a su amigo le daban regalos a su compañero que lo único que había hecho era mentir, pensó que si decía la verdad tendría mayores recompensas.
El rey mono, una vez que había terminado con el primer viajero, procedió a preguntarle al otro las mismas preguntas a lo que este contestó:
– Creo que usted es un mono muy común y corriente, y sus súbditos son iguales también.
Cuando el monarca escuchó estas respuestas se sintió ofendido, y muy enfadado se lanzó sobre su descortés invitado arañándolo y mordiéndolo sin parar.
Los que solo gustan ser elogiados no le digas jamás la verdad ya que nunca la van aceptar.
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