Un cazador regresaba a casa cargado con sus productos, cuando de repente se topó con un pescador que igualmente, llevaba sus cestas llenas de pescado.
Entonces, el cazador quiso tener los peces del pescador, y éste quiso también tener las carnes del cazador. Sin mucha dilación, los dos hombres intercambiaron el fruto de su trabajo y tan satisfechos quedaron con el trato que lo repitieron una y otra vez durante varias semanas.
Sin embargo, un anciano que los observaba desde el primer día se les acercó una tarde y les dijo: “Tal intercambio, pronto dejará de serlo, y no tardará el momento en que ustedes dos deseen quedarse con lo que obtuvieron”.
Moraleja
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