Pronto empezaría el verano, mientras una hormiga se disponía a trabajar recolectando los granos del campo, parece que la cebada y el trigo serían el alimento que en invierno no debía faltarle. Tanto ella como sus hermanas eran numerosas y debían asegurarse, así que trabajo no faltaba en verano.
Mientras en esa época de verano, todos los animales o la mayoría por así decirlo, se relajaban olvidándose de todo, las laboriosas hormigas no paraban de trabajar mientras eran observadas por un sorprendido escarabajo. Quien afanosa le preguntaba a la hormiga, porque trabajaba así en una época de tanto calor, pero la hormiga no volteaba a responder al escarabajo, o tal vez dando como respuesta total indiferencia, concentrada en su misión, alentando a sus hermanas, recordando les que ahora era duro el trabajo pero que traería su recompensa para todas, en el frío invierno.
Pasaron los meses, llegó el invierno y las lluvias torrenciales empezaron a inundar las cosechas y sembríos en el campo, hubo escasez de alimentos y el escarabajo recordando que la hormiga guardaba mucha cebada y trigo, fué a pedir suplicando por comida. No soportaba más el hambre y no quería morir. Es allí donde la hormiga por fin le responde para darle una lección y dice: “ay de ti escarabajo infeliz, si hubieras trabajado como nosotras, en lugar de andar de holgazán viviendo tan solo el momento, hoy tendrías alimento para ti y tu familia.
Nunca gastes todo lo que tienes, guarda algo por si vienen tiempos de escasez.
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