Una zorra observo que un oso pasó de largo junto al cadáver de un hombre, actitud que la obligó a decirle:
—¿No te das cuenta, amigo, que dejas de lado una buena presa?
Entonces el oso, con aspecto cansado, le respondió:
—Tanta es mi consideración por el género humano que jamás tocaría el cadáver de un hombre ni menos el de una mujer.
La zorra, sorprendida por el razonamiento, inusual en un carnicero, contesto con solapada cortesía:
—Tu consideración seria muy apreciable si pudiéramos conseguir que experimentes por los vivos el mismo respeto que le merecen los muertos.
Tan importante es el vivo, como el venerado difunto.
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