Experto, vigilante,
precavido y celoso
era de sus corderos
guardián el buen jeromo.
Para vivir alerta,
íenfa seis u ocho
mastines en su aprisco
cerrado a piedra y lodo.
Decía a sus corderos:
¿Quién en estos contornos,
estar á tan guardado
como lo estáis vosotros?
Gracias a mis desvelos,
como amo cariñoso,
podéis vivir tranquilos
y sin temor al lobo.
Los corderos ies claro!
reventaban de gozo
y gratitud al verse
cuidados de aquel modo.
Cuando los tuvo el amo
bien rollizos y gordos,
los iba al matadero
llevando unos tras otros.
Y al ver los infelices
correr sangre del prójimo
y que el cuchillo estaba
al sacrificio pronto,
así al pastor decían
con un pesar muy hondo:
«¡Canario! ¿Y para esto
nos guardabas del lobo?»
Otros blogs que te pueden interesar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario