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miércoles, 31 de octubre de 2018

Oro y papel



En el fondo del mar una guinea como un ojo de fuego relucía; ¡el hombre codicioso no lo sabe, los peces ni la miran! ¿De qué sirve la efigie de Victoria en buen oro acuñada , si perdida en la arena reposa oscuramente sin saludar al día? Entre tanto, del banco los billetes de grandes y pequeños la codicia excitan poderosos, y grasicntos van a manos pulidas.

Y iodos reverentes los acatan, los buscan, los atraen y acarician, y ellos vuelan cual aves veleidosas, en incesante gira.

Así conozco yo sin valor propio personajes-billetes en la vida, que figuran merced a que algún bando los usa con su firma.

Y hombres-guineas, probos y entendidos, vegetan ignorados en provincia: los gobernantes ciegos no lo saben, ¡los peces ni los miran!



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