A un Cuervo hediondo y necio
que el cadáver de un burro se engullía,
trató la Zorra con burlón desprecio;
mas el Cuervo después subióse un día
a una alta parra de racimos llena.
Llegra la Zorra, pero ve con pena
que no puede alcanzar al dulce fruto;
entonces fué que el animal astuto
al despreciado Cuervo así decía:
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