Un gusano de seda
solícito en sus hebras trabajaba:
mientras má s las enreda,
m á s fuerte en su capullo hace la traba.
Una colmena en el jardín había,
y un zángano decía
a las abejas con donosa zumba:
—«Debemos ayudar a ese gusano,
pues no ve que su tumba
está labrando con su propia mano.»
JVO has de ser con el prójimo inhumano:
si ves que ciego, por maldad o vicio,
busca su perdición como el gusano,
tiéndele al punto salvadora mano:
no le dejes correr al precipicio.
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