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martes, 28 de febrero de 2017

El león y el elefante



Todos los animales veneraban profundamente a su rey el león. Reconocían su porte, fuerza, fiereza y valentía y no les importaba en absoluto que los gobernara desde hacía mucho tiempo.

Sin embargo, había algo que los molestaba mucho y era que el monarca tenía por amigo predilecto a un viejo y pesado elefante, hecho que no llegaban nunca a comprender.

Todos se desvivían por ser el predilecto del rey y se creían con mejores atributos que el elefante para serlo.

El rencor y la envidia llegaron a tal punto, que un día quisieron hacer una asamblea para compartir sus inconformidades y ver cómo hacer que el león escogiese otro amigo.

Una vez estuvieron reunidos, la primera en hablar fue la zorra.

-Nuestro rey es magnífico, pero habremos de coincidir que no es bueno escogiendo amigos. Si al menos hubiese escogido a alguien tan astuta como yo, el animal más listo, y con una bella y peluda cola como la mía, lo hubiese entendido y esta asamblea no tuviese lugar, dijo con toda la seguridad del mundo.

-No entiendo como el león puede andar con un animal que carece de garras grandes y poderosas como las mías- dijo a su vez el oso, que ni había atendido a todo lo dicho por la zorra.

Por su parte, el burro tildó a los dos anteriores de tontos y exclamó:

– Para mí está más que claro. Al rey le gusta el elefante porque tiene unas orejas grandes como las mías, solo que descubrió a aquel primero y a mí no ha tenido el gusto de conocerme.

– ¡Qué manera de halagarse a sí mismos estos tontos!- dijo un pato a otro. –Se ve que desconocen que lo mejor del mundo es graznar- agregó.

Y así, aptos solos para ver sus supuestas virtudes, los animales nunca lograron ponerse de acuerdo y mucho menos determinar el porqué de la preferencia del león por el elefante. Muchos menos fueron capaces de llevarle sus inquietudes a este y de entender la importancia de valores como la modestia y el desinterés, capaces de hacer que las mejores cosas de la vida vengan por su propio peso y derecho.



domingo, 26 de febrero de 2017

El gato y su sardina



Había una vez un gato amante de las sardinas, cuya torpeza le imposibilitaba obtener a gusto su preciado alimento.

Un día, al no poder ingerir sardinas en casa decidió ir a la feria de la plaza, donde había varios vendedores que ofertaban el sabroso pescado. Calculador, el gato se agazapó tras un muro y esperó a que un vendedor se descuidase para saltar sobre una de las cestas y robar tantas sardinas como pudiera.

Llegado el momento el felino saltó, pero su torpeza hizo que el hombre se percatase enseguida y lo azorase con un palo, permitiéndole coger solo una pequeña sardina.

Frustrado, pero no del todo, el gato fue hasta un lago a calmar su sed. Tanto había corrido para huir de los golpes, que antes de degustar el pescadito sintió la necesidad de beber del preciado líquido.

Cuando se disponía a hacerlo vio la imagen de otro gato en el agua con una sardina más grande que la suya, lo cual le disgustó mucho y lo hizo lanzarse para atrapar aquella.

Sin embargo, tras mucho pelear comprendió que solo había visto su reflejo distorsionado y agrandado, y que por la codicia había perdido hasta su sardina pequeña. Otro día que pasaría sin degustar su alimento favorito.



jueves, 23 de febrero de 2017

Los pecados de un león enamorado



Hubo una vez un león que enamorado de la hija de un labrador pidió su mano en matrimonio. El labrador desconcertado ante tal situación sabía que no podía aceptar porque le estaría dando a su hija a un feroz animal y al mismo tiempo temía de lo que pudiese suceder si se la negaba.

Fue entonces cuando se le ocurrió la siguiente idea: era tanta la insistencia del león que le dijo que parecía ser un esposo merecedor de su hija pero que si quería casarse con ella debía arrancarse los dietes y cortarse muy las afiladas uñas pues su hija le temía muchísimo a eso.

Era tanto el amor que sentía que el león aceptó las condiciones y llevó a cabo lo pedido. Cuando volvió a ver al labrador sin sus dientes no garras, este sin piedad ninguna lo echó de su casa a golpes.

Tu defensa es lo único que te permite que te respeten así que nunca confíes como para despojarte de ella pues todos los que te respetaban entonces podrán vencerte.



martes, 21 de febrero de 2017

La astucia del burro



Uno de esos hermosos y cálidos días de primavera, un burro se encontraba comiendo hierba fresca y paseando tranquilamente. Mientras caminaba le pareció ver un lobo con cara de pocos amigos escondido entre las matas.

El burrito sabía que de seguro el lobo quería comérselo por lo que él tenía que huir aunque de seguro no iba a poder. Observando los alrededores se percató de que no existían lugares donde poder esconderse y si se echaba a correr sería atrapado por el lobo. La otra opción que le quedaba era pedir auxilio pero nadie le escucharía pues la aldea estaba muy lejos.

Muy angustiado ante aquella situación empezó a pensar para ver que podía hacer con tal de liberarse del malvado lobo. El tiempo que le queda era poco pues el feroz animal se acercaba con prisa. De repente una idea alumbró su cabeza y consistía en engañar al lobo haciéndole creer que se había clavado una espina.

Para no levantar sospechas el borrico empezó andar bien despacio y a simular una cojera, y con cara de dolor empezó a emitir gemidos. De momento el lobo apareció frente a él con sus colmillos y garras afuera preparado para atacar, pero el burro continuó con su plan y siguió fingiendo.

– Menos mal que está usted por aquí es que me ha ocurrido un accidente y solo alguien tan inteligente como usted, señor lobo, podría ayudarme.

– ¿Qué es lo que te ha ocurrido?- dijo el lobo muy gustoso ante aquellas palabras y haciéndose el muy preparado.

En tono de llanto y al ver que su plan estaba resultando el burrito le dijo:

– Como siempre andaba muy distraído y me he clavado una espina en una de las patas traseras. Tengo tanto dolor que casi ni puedo caminar.

El lobo ante aquella situación pensó que nada pasaría por ayudar al pobre burrito pues este estando herido no podría escapar de sus garras e igualmente se lo iba a comer.

– Levanta la pata para ver que puedo hacer por ti – dijo el lobo.

Colocándose detrás del burro agachado empezó a buscar pero no veía ni rastro de aquella astilla que el borrico mencionaba.

– ¡Aquí no hay nada! – dijo el lobo.

– Si, claro que hay, mira bien en mi pesuña pues me duele mucho; si te acercas más podrás verla.

Nada más que el lobo pegó sus ojos a la pesuña, el borrico le dio una enorme patada en el hocico y salió rápidamente para protegerse en la granja de su dueño. Por su lado el lobo quedó tendido en el suelo muy golpeado y tenía hasta cinco dientes rotos.

– ¡Qué tonto soy! Si no me hubiese creído más listo que nadie, ese borrico no me habría engañado y ahora no estaría aquí tendido en el suelo.

Si no sabes hacer las cosas no te metas pues como dice el refrán zapatero a tus zapatos.



domingo, 19 de febrero de 2017

La amistad de dos avestruces



Esta es la historia de dos avestruces que eran muy amiguitas a tal punto que no podían pasar un día sin la compañía de la otra. Un día ocurrió una situación que puso a prueba la amistad de una con la otra. Una de ellas dijo:

– Hoy seré yo la que decida a que vamos a jugar- ante tal comentario la otra respondió- No, seré yo lo que decida esta vez.

Durante mucho tiempo ninguna de las dos cedía ante los deseos de la otra por lo que no llegaban a un acuerdo. Varias horas de discusión pasaron hasta que por fin llegaron a un consenso y una de ellas dijo:

– Hoy no vamos a jugar, sino que busquemos la forma de ponernos de acuerdo.

Con estas palabras decidieron que alternarían las propuestas de juego, donde cada una de ella decidiría durante todo un día que jugos sería los que iban a jugar.

Fue de este modo como lograron evitar todo tipo de problemas y su amistad perduró para toda la vida.

El mayor tesoro que se puede conquistar es una amistad probada.



viernes, 17 de febrero de 2017

El rey mono y los viajeros



Érase una vez dos viajeros muy diferentes, pues uno nunca mentía y el otro lo hacía siempre, que viajaban juntos por un mismo camino. Cuando llevaban un rato caminado vieron a dos monos muy graciosos que se encontraban al final del camino.

Uno de los monos, que se había convertido en el rey de los monos, les exigió a los hombres que se acercaran a verlo para que le contaran lo que ellos pensaban de él. Después de llevar un rato de preparaciones, el monarca de los monos les saludó con la siguiente expresión:

– ¿Qué impresión les causo yo como rey? El primero en responder fue el viajero mentiroso y le dijo:

– Por lo que he visto estoy seguro de que eres el mejor de los monarcas con los que he tratado.

El mono nuevamente preguntó – ¿qué es lo que piensan de mis súbditos?

– Los monos que te rodean son los más sacrificados que he podido ver – dijo el viajero mentiroso.

El rey mono se sintió muy satisfecho ante tal respuesta y les ordenó a los otros monos que le llevaran un obsequio como recompensa a sus palabras.

El otro viajero como vio que a su amigo le daban regalos a su compañero que lo único que había hecho era mentir, pensó que si decía la verdad tendría mayores recompensas.

El rey mono, una vez que había terminado con el primer viajero, procedió a preguntarle al otro las mismas preguntas a lo que este contestó:

– Creo que usted es un mono muy común y corriente, y sus súbditos son iguales también.

Cuando el monarca escuchó estas respuestas se sintió ofendido, y muy enfadado se lanzó sobre su descortés invitado arañándolo y mordiéndolo sin parar.

Los que solo gustan ser elogiados no le digas jamás la verdad ya que nunca la van aceptar.



miércoles, 15 de febrero de 2017

El pequeño ratón indisciplinado



Esta es la historia de un pequeño ratoncito al que su padre cada día antes de salir rumbo a la escuela le advertía:

– Hijo mío, recuerda que en este mundo existen muchísimos peligros y debes tener mucho cuidado. Estate siempre a la viva principalmente si te encuentras un gato en tu camino. Fíjate siempre en cada paso que das y nuca vayas a correr sin tener un rumbo fijo. Y lo más importante, antes de poner tus dedos en algo revísalo muy bien. Solo si eres precavido podrás tener una vida larga y placentera.

El ratoncito prácticamente no escuchaba a su padre y a pesar de todos los consejos que le daba, él andaba de un lado a otro en la casa donde estaba su ratonera sin prestar mucha atención.

En una ocasión, el travieso roedor, encontró en un rincón muy alejado un extraño equipo que sujetaba un pedazo de queso. Después de mirarlo por unos instantes pensó:

– Yo no creo que ese aparato constituya peligro alguno, y como nadie le ha prestado atención alguna me comeré ese pedazo de queso completamente.

La glotonería del ratoncillo lo hizo tratar de agarrar el queso y fue solo en cuestiones de segundos cuando quedó prisionero en la trampa.

Los mayores siempre te aconsejan por tu bien, así que debes escucharlo y solo así te evitarás muchos males.



lunes, 13 de febrero de 2017

El mulo altanero



Había una vez dos mulos que andaban caminado por un terreno y en su espalda llevaba una pesada carga. Cada uno de ellos servía a dos amos muy diferentes, el primero lo hacía para un pobre molinero y cargaba avena. El segundo, trabajaba para el rey de esa región y su carga eran monedas de plata.

Este último andaba muy altanero y vanidoso con su carga y hacía sonar bien fuerte el cencerro de oro que llevaba. Mientras hacía eso, el sonido llamó la atención de unos ladrones que andaban cerca. Estos al ver bien la carga que llevaban rápidamente fueron atacar al segundo de los mulos el cual trató de defender con gran fuerza su preciosa carga por lo que quedo seriamente herido por los ladrones, y cayó muy afligido sobre el suelo del camino.

– ¿Es que acaso merezco esto después de trabajar tan fuerte y llevar sobre mis espaldas cargas tan pesadas?- dijo el mulo del rey muy desconcertado.

Ante esto el mulo del molinero le respondió:

– Hay veces que lo que parece ser un gran negocio, no resulta serlo en realidad…



sábado, 11 de febrero de 2017

El gato goloso



Esta es la historia de un gato que le encantaba comer, principalmente sardinas que era su plato preferido. Él era un poco retraído y torpe y casi nunca podía comer eso que tanto gustaba.

Un día mientras paseaba decidió ir más allá de lo normal y fue entonces cuando su suerte cambió pues llegó a un mercado situado muy próximo a la costa. Aquel mercado tenía cajas repletas de sardinas y otros pescados que los pescadores ofrecían como mercancías.

El pobre gato tenía tanta hambre que olvidó cuan tímido y torpe era y se lanzó a buscar aquellas sardinas. Como estrategia se propuso vigilar a los vendedores, y nada más que uno de estos se descuidó, se metió en una de las cajas atrapando una muy hermosa entre sus bigotes. A pesar de que quiso actuar con discreción era tan torpe que el vendedor se dio cuenta rápidamente de lo que estaba haciendo y comenzó a perseguirlo muy enojado por todo el mercado.

Corrió mucho para salvarse de aquel vendedor molesto y fue entonces cuando llegó a un bosque que tenia un precioso arroyo rodeado de mucha hierba fresca. Allí se sintió a salvo y pensó que había llegado al lugar ideal para saborear aquella sabrosa sardina. De repente, el gato miró al agua y pensó que había visto a otro gato con una sardina aún más grande y más deliciosa. Su envidia era tanta que decidió saltar al agua para quitársela.

Rápidamente se dio cuenta de que no existía ningún gato ni sardina alguna, y que lo único que había hecho era ver su propio reflejo deformado y más grande sobre el agua. Cuando salió del agua vio que había perdido su apetecida sardina y que ya no podría saborearla.

¡Pobre gato, que dura lección recibió por dejarse llevar por la envidia y la glotonería!



jueves, 9 de febrero de 2017

El cerdo maltratado



Érase una vez, hace mucho pero muchos años, se escapó de una granja un cerdo que era muy maltratado por el resto de sus compañeros. Partió de la granja y estuvo muchos días caminando sin encontrar un rumbo hasta que encontró un gran rebaño de carneros que se encontraban comiendo pacíficamente en un extenso prado.

El pobre cerdito se acerco muy despacio y sin hacer ruido, esperando poder mezclarse con ellos si que lo dañaran. Los carneros no le hicieron ningún daño y además le permitieron que se incorporara al rebaño como si fuera otros de ellos.

Pasaron varios días y el cerdito continuó con los carneros hasta el día que el pastor se dio cuenta de que estaba ahí y lo cogió y lo llevó a su casa. Cuando él se vio atrapado por aquel hombre, comenzó a gruñir fuertemente y hacer todo lo posible para tratar de liberarse de las manos del pastor. Los carneros al ver esa situación comenzaron a reñirle fuertemente al pobre cerdo:

– Oye amigo no hagas tanto escándalo. Nosotros también somos agarrados por el pastor y no formamos tanta bulla.

El cerdo muy molesto les respondió:

– No comparen, pues la situación no es la misma ya que cuando el los agarra a ustedes es solo para quitarle la lana, a mi me quiere para quitarme la carne.

Moraleja: Hay cosas que ya no puedes volver a tener y por eso si merece la pena llorar pero no debes llorar por aquello que puedes reparar.



martes, 7 de febrero de 2017

Dos ratones de clases diferentes



Había una vez un ratón campesino cuyo amigo era otro miembro de la corte al que en una ocasión invitó a comer a la campiña. Este solo lo podía ofrecer trigos y yerbajos por lo que su amigo el cortesano le dijo:

– Esta vida que llevas es como la de una hormiga, mientras que tengo muchísimos bienes. ¿Por qué no vienes conmigo y tomas todo lo que quieras?

Los dos ratones fueron camino a la corte y al llegar el cortesano le mostró miles de delicias a su amigo, higos, trigo, legumbres, queso, miel y frutas.

El ratón campesino al ver tanta comida bendecía una y otra vez a su amigo y maldecía su pobre vida. Cuando ya estaban preparados para comer, entró un hombre y los dos ratones muy asustados corrieron sin parar hacia el agujero para esconderse.

Pasado un rato regresaron en busca de higos secos y nuevamente otra persona llegó al lugar provocando gran temor en los pequeños roedores que volvieron a la rendija con mucho temor. Después de esto el ratón campesino le dijo a su amigo suspirando y dejando a un lado su hambre:

– Me marcho, adiós amigo mío, es verdad que tienes mucha comida y muy deliciosa; pero son tantos los peligros que tienes que afrontar para poder comerla. Sin embargo, yo podré vivir como una hormiga y solo comer cebada y trigo pero sin temor alguno.



domingo, 5 de febrero de 2017

Fábula china



Hace mucho, pero mucho tiempo, un príncipe del norte de China, llamado a ser Emperador, lanzó un concurso entre las jóvenes solteras de la corte.

El motivo de la lid era hallar la candidata perfecta para desposarla, pues permanecía soltero y así no podía ser monarca.

Acudieron decenas de jóvenes ricas y bellas, y una de muy singular belleza también, pero que era muy pobre y solo había ido para ver de cerca al príncipe.

La muchacha se sabía en desventaja, pero como siempre había estado enamorada del príncipe, le bastaba estar cerca de él aunque fuera por unos minutos.

Así, el príncipe entregó una semilla a cada joven y les dijo que la que llegase al cabo de seis meses con la flor más bonita brotada de esa semilla, sería su esposa.

Todas las jóvenes se dieron a ello de inmediato, y la de pocas riquezas, por no decir nulas, le puso permanente empeño.

A pesar que sabía poco de técnicas de cultivo investigó e intentó todo. Mas cada esfuerzo fue en balde, pues a los seis meses nada había brotado de la semilla.

Llegado el día de presentar las flores entonces, decidió acudir con su vaso vacío. Aunque estaba segura de que no ganaría, porque todas las demás candidatas tenían bellísimas flores de variados colores, pensó que volver a ver al príncipe y futuro emperador de cerca bien valía cualquier vergüenza.

Sin embargo, cual no sería su sorpresa al ser ella la escogida. El príncipe dijo que la prueba se basaba en la honestidad y que solo ella la había pasado.

Todas las semillas entregadas por él eran estériles, de forma que el resto de las candidatas eran viles mentirosas y solo ella era la indicada para amar y reinar a su lado. Así, el Emperador y su honesta Emperatriz fueron felices para toda la vida.



viernes, 3 de febrero de 2017

La tortuga y el águila



Había una vez una tortuga muy inconforme con la vida que le había tocado, y que en consecuencia no hacía otra cosa que lamentarse.

Estaba realmente harta de andar lentamente por todo el mundo, con su caparazón a cuesta.

Su más profundo deseo era poder volar a gran velocidad y disfrutar de la tierra desde las alturas, tal y como hacían otras criaturas.

Un día un águila la sobrevoló a muy baja altura y sin pensárselo dos veces la tortuga le pidió que la elevara por los aires y la enseñase a volar.

Extrañada el águila accedió al pedido de lo que le pareció una extraña tortuga y la atrapó con sus poderosas garras, para elevarla a la altura de las nubes.

La tortuga estaba maravillada con aquello. Era como si estuviese volando por sí misma y pensó que debía estar maravillando y siendo la envidia del resto de los animales terrestres, que siempre la miraban con cierta compasión por la lentitud de sus desplazamientos.

-Si pudiera hacerlo por mí misma –pensó. –Águila, vi cómo vuelas, ahora déjame hacerlo por mí misma –le pidió al ave.

Más extrañada que al inicio el águila le explicó que una tortuga no estaba hecha para volar. No obstante, tanta fue la insistencia de la tortuga, que el águila decidió soltarla, solo para ver cómo el animal terrestre caía a gran velocidad y se hacía trizas contra una roca.

Mientras descendía, la tortuga había comprendido su error, pero ya era tarde. Desear y atreverse a hacer algo que estaba más allá de sus capacidades le había costado la vida, una vida que vista desde esa perspectiva ya no le parecía tan mala.

Ese mismo razonamiento fue hecho por el águila, que contrario a la tortuga se sentía muy satisfecha y conforme con lo que la naturaleza le había dado.



miércoles, 1 de febrero de 2017

El Toro y las Cabras



Había una vez un toro y tres cabras que, como se criaron juntos desde pequeños en una verde pradera, eran muy amigos y se pasaban el día jugando.

La escena de verlos jugando era habitual en la pradera pero para un perro vagabundo que a diario los observaba desde lejos no dejaba de resultar un tanto extraña. Su experiencia de vida le impedía entender cómo aquellos animales podían llevarse tan bien entre sí.

Un día el perro no pudo aguantar más su curiosidad y fue adonde el toro y le preguntó:

-Compañero, ¿cómo es que tú, un toro tan fuerte, pasas tus días jugando con tres insignificantes cabras? ¿Acaso no ves que puedes ser la comidilla del resto de los animales? Pensarán que eres un toro débil y por eso es que te juntas con animales indefensos.

Las palabras del perro pusieron a pensar al toro, que no quería ser el hazmerreír del resto de los animales ni le hacía gracia la idea de que subestimaran su fuerza y valor.

En resumen, por el que dirán fue apartándose cada vez más de sus amigas cabras, al punto de que llegó un día en el que no las vio más.

Pasó el tiempo así y el toro se fue sintiendo cada vez más solo. Extrañaba a sus amigas cabras, que eran como su única familia, y los juegos que a diario hacían juntos.

Ese estado emocional lo hizo reflexionar y comprendió su error. Nunca uno se puede dejar llevar por lo que digan los demás y debe hacer lo que le nazca y le dicten su conciencia y corazón. De no ser así, podemos perder lo que más apreciamos o deseamos en la vida.

Afortunadamente, para el toro no fue muy tarde y recuperó la amistad de sus hermanas cabras, con las que fue muy feliz para siempre, jugando cada día.